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13 Entonces le dijeron al rey:

—Daniel, uno de los deportados de Judá, no lo respeta a usted ni a la ley que usted firmó. Todo lo contrario, dice oraciones a su Dios tres veces al día.

14 El rey quedó muy triste después de escuchar esas palabras. Se puso a pensar en alguna solución para salvar a Daniel. Estuvo hasta el anochecer buscando alguna manera de rescatarlo. 15 Pero aquellos hombres urgían al rey diciendo:

—Majestad, usted sabe que según la ley de los medos y de los persas, las leyes y normas firmadas por el rey no se pueden cambiar.

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