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Leyes acerca de la guerra

20 Moisés continuó diciendo:

«Cuando vayan a la guerra, no tengan miedo. Aunque el enemigo sea muy fuerte y numeroso, y tenga muchos caballos y carros de combate, nosotros contamos con nuestro Dios, que nos libró de Egipto.

»Antes de entrar en batalla, el sacerdote le dirá a nuestro ejército: “Escúchenme, israelitas, hoy van a pelear contra sus enemigos, pero no tengan miedo. ¡Hagan a un lado la cobardía, y sean valientes! Nuestro Dios peleará por nosotros, y nos dará la victoria”.

5-6 »Luego los jefes del ejército les dirán a sus soldados:

“Si alguno de ustedes ha construido una casa, o ha plantado un viñedo, y todavía no ha disfrutado de ellos, es mejor que regrese a su casa. Puede ser que muera en la batalla, y otros serán los que disfruten de la casa o de las uvas.

”Y si alguno de ustedes pensaba casarse en estos días, es mejor que regrese y se case. Puede ser que muera en la batalla, y otro será el que se case con su novia.

”Y si alguno tiene miedo, es mejor que regrese ahora mismo, para que no contagie de miedo a los demás”.

»Después de esto, los capitanes del ejército se colocarán al frente de sus soldados y marcharán a la batalla. 10 Cuando ya estén cerca de la ciudad que vayan a atacar, procuren primero negociar la paz. 11 Si los habitantes de la ciudad aceptan el trato y los dejan entrar, ellos serán sus esclavos. 12 Pero si no lo aceptan, entonces ustedes rodearán la ciudad y la atacarán.

13-14 »Cuando Dios les haya dado la victoria sobre ellos, matarán ustedes a todos los hombres, pero dejarán con vida a las mujeres, a los niños y a los animales. Así ellos serán sus esclavos, y todo lo que encuentren en la ciudad será para ustedes.

15-18 »Esto mismo deberán hacer con todas las ciudades que ataquen y que estén lejos de su territorio. En las ciudades que estén en la tierra que Dios va a darles, no debe quedar con vida ningún hitita, ni amorreo, ni cananeo, ni fereseo, ni heveo ni jebuseo. Ninguno de estos pueblos debe quedar con vida, pues de lo contrario les enseñarán a ustedes a adorar a otros dioses. ¡Eso sería un gran pecado contra nuestro Dios! ¡Sería algo repugnante! Además, nuestro Dios nos ha ordenado destruirlos como una ofrenda en su honor.

19-20 »Ahora bien, cuando ataquen una ciudad durante mucho tiempo, y para vencerla tengan que cortar árboles, corten sólo árboles que no den fruta. No derriben los árboles frutales, pues la fruta les servirá de alimento. Además, los árboles son plantas indefensas, y no hombres que puedan defenderse».

Instrucciones para la guerra

20 Cuando salgas a pelear contra tus enemigos y veas un ejército superior al tuyo, con muchos caballos y carros de guerra, no les temas porque el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, estará contigo. Cuando estés a punto de entrar en batalla, el sacerdote pasará al frente y exhortará al ejército con estas palabras: «¡Escucha, Israel! Hoy vas a entrar en batalla contra tus enemigos. No te desanimes ni tengas miedo, no te acobardes ni te llenes de pavor ante ellos, porque el Señor tu Dios está contigo; él peleará en favor tuyo y te dará la victoria sobre tus enemigos».

Luego los oficiales dirán al ejército: «Si alguno de ustedes ha construido una casa nueva y no la ha estrenado, que vuelva a su casa, no sea que muera en batalla y otro la estrene. Y si alguno ha plantado una viña y no ha disfrutado de las uvas, que vuelva a su finca, no sea que muera en batalla y sea otro el que disfrute de ellas. Y si alguno se ha comprometido con una mujer y no se ha casado, que regrese a su pueblo, no sea que muera en batalla y sea otro el que se case con ella». Y añadirán los oficiales: «Si alguno de ustedes es miedoso o cobarde, que vuelva a su casa, no sea que desanime también a sus hermanos». Cuando los oficiales hayan terminado de hablar, nombrarán comandantes que dirijan el ejército.

10 Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, hazle primero una oferta de paz. 11 Si acepta y abre las puertas, todos los habitantes de esa ciudad quedarán bajo tu dominio y serán tus esclavos. 12 Pero si la ciudad rechaza la paz y entra en batalla contra ti, la sitiarás; 13 y cuando el Señor tu Dios la entregue en tus manos, matarás a filo de espada a todos sus hombres. 14 Como botín, podrás retener a las mujeres y a los niños, el ganado y todo lo demás que haya en la ciudad. También podrás comer del botín de tus enemigos que te entrega el Señor tu Dios. 15 Así tratarás a todas las ciudades lejanas que no pertenezcan a las naciones vecinas.

16 Sin embargo, en las ciudades de los pueblos que el Señor tu Dios te da como herencia, no dejarás nada con vida. 17 Exterminarás del todo a hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te lo ha mandado. 18 De lo contrario, ellos te enseñarán a hacer todas las cosas abominables que practican para adorar a sus dioses y pecarás contra el Señor tu Dios.

19 Si antes de conquistar una ciudad tienes que sitiarla por mucho tiempo, no derribes sus árboles a golpe de hacha, pues necesitarás alimentarte de sus frutos. No los derribes, porque ¿es acaso el árbol del campo un hombre para que le pongas sitio? 20 Sin embargo, podrás derribar los árboles que no sean frutales y construir con ellos instrumentos de asedio contra la ciudad que tengas sitiada, hasta que caiga bajo tu dominio.