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»Recuerda también que lo hiciste enojar cuando estabas esperando al pie del monte Horeb. El Señor estaba dispuesto a destruirte. Yo estaba en el monte en ese momento recibiendo las tablas de piedra, las tablas de la alianza que el Señor había hecho contigo. Estuve allí cuarenta días y cuarenta noches, y en todo ese tiempo nada comí. Ni siquiera tomé agua. 10-11 Al finalizar esos cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las tablas de la alianza en las que Dios mismo había escrito las palabras que promulgó desde la cumbre de la montaña cubierta de fuego mientras el pueblo miraba desde abajo,

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