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Las apariencias engañan

11 El sabio, aunque sea pobre,
no tiene de qué avergonzarse;
por eso tiene un lugar
entre la gente importante.
No alabes ni desprecies
a nadie por su apariencia;
¡la abeja es un insecto pequeño,
pero produce la miel más dulce!

No te sientas orgulloso
por la ropa que llevas
ni porque todo te salga bien:
Dios hace maravillas
y no alcanzamos a comprenderlas.
Hay reyes que lo han perdido todo,
y hay pobres que llegaron a ser reyes.
Hay gente importante y famosa
que al final cayó en desgracia.

Hay que actuar con cuidado

7-8 Querido jovencito,
primero averigua y luego critica;
primero escucha y luego responde.
No interrumpas mientras otro habla,
no te metas en asuntos ajenos,
ni discutas con gente malvada.

El que mucho abarca poco aprieta

10 Querido jovencito,
no trates de hacerlo todo,
pues no lo lograrás.
11 Por más que corras
siempre llegarás tarde.
12 Aunque estés pobre y necesitado,
Dios te verá con bondad
y te sacará de la miseria;
13 te hará andar con la frente en alto,
y al verte todos se admirarán.

Hay que confiar en Dios

14-15 Todo viene de Dios:
lo bueno y lo malo,
la vida y la muerte,
la pobreza y la riqueza,
la sabiduría, el entendimiento,
el conocimiento de la ley
y la práctica de las buenas obras.

16-17 Y es que Dios es tan bondadoso
que concede sus dones a los buenos
y siempre los hace prosperar.
Pero para los malos
Dios preparó la estupidez y la oscuridad,
y el mal los acompañará
hasta el día de su muerte.

18 Tú puedes hacerte rico,
si trabajas y ahorras tu dinero;
pero eso, ¿de qué te servirá?
19 Cuando al fin decidas
disfrutar de tus ganancias,
puedes morirte en cualquier momento
y otros se quedarán con tus riquezas.

20 Querido jovencito,
cumple con tu deber
y siempre mantendrás tu trabajo.
21 Lo que hacen los pecadores
no es digno de admiración;
más te vale confiar en Dios
y seguir haciendo tu trabajo.
Para Dios es cosa fácil
hacer rico al pobre en un instante.
22 Dios bendice a los buenos
y muy pronto los hace prosperar.

23-24 Nunca digas que ya tienes bastante,
y que nada te hace falta;
tampoco creas que, por tenerlo todo,
nada malo te habrá de suceder.
25 Con lo bueno olvidamos lo malo,
y con lo malo olvidamos lo bueno.
26-27 Cuando llega la desgracia
olvidamos la alegría,
y cuando llega la muerte,
para Dios es cosa fácil
darnos lo que nos merecemos.
¡Y al fin de cuentas se descubre
lo que en realidad somos!
28 A la gente se le conoce
a la hora de su muerte.
Por eso, antes de que muera
no hay que llamar feliz a nadie.

Cuidado con los extraños

29 No dejes entrar en tu casa
a todo el que te encuentres,
porque hay gente mañosa
30 que te espía y te pone trampas.
Son como los que cazan pájaros:
sólo esperan que des un mal paso.
31 La gente chismosa
convierte lo bueno en malo.

32 Basta una sola chispa
para causar un gran incendio,
y basta un solo malvado
para cometer un gran crimen.
33 Por eso, cuídate de los malvados,
porque pueden causarte daño
y hasta manchar tu buen nombre.
34 Un extraño en tu casa
te causará muchos problemas,
y aun hará que tú mismo
resultes un extraño en tu casa.