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Todo es vanidad

Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

¡Vanidad de vanidades!
¡Vanidad de vanidades!
¡Todo es vanidad!

—Palabras del Predicador.

¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y de todos sus afanes bajo el sol? Una generación se va, y otra generación viene, pero la tierra permanece para siempre. El sol sale, el sol se pone, y vuelve presuroso al lugar de donde se levanta. El viento gira hacia el sur, y da vueltas por el norte; va girando sin cesar, y vuelve a girar el viento. Todos los ríos van al mar, y el mar jamás se llena. Y los ríos vuelven al lugar de donde salieron, para volver a recorrer su camino.

Todas las cosas fatigan más de lo que es posible expresar. ¡Los ojos nunca se cansan de ver, ni se fatigan los oídos de oír! ¿Qué es lo que antes fue? ¡Lo mismo que habrá de ser! ¿Qué es lo que ha sido hecho? ¡Lo mismo que habrá de hacerse! ¡Y no hay nada nuevo bajo el sol! 10 No hay nada de lo que pueda decirse: «¡Miren, aquí hay algo nuevo!», porque eso ya existía mucho antes que nosotros. 11 Nadie recuerda lo que antes fue, ni nadie que nazca después recordará lo que está por suceder.

La experiencia del Predicador

12 Yo soy el Predicador, y reiné sobre Israel en Jerusalén. 13 Me entregué de corazón a investigar y a estudiar minuciosamente todo lo que se hace bajo el cielo. Este penoso trabajo nos lo ha dado Dios, para que nos ocupemos de él. 14 Por lo tanto, escudriñé todo lo que se hace bajo el sol, y pude darme cuenta de que todo es vanidad y aflicción de espíritu; 15 ¡lo que está torcido no se puede enderezar, y lo que está incompleto no se puede contar!

16 Pensé entonces en lo íntimo de mi ser: «Miren cuánto me he engrandecido! ¡He llegado a ser más sabio(A) que todos los que me antecedieron en Jerusalén! ¡Mi corazón ha percibido mucha sabiduría y mucha ciencia!» 17 Entonces me entregué de corazón a adquirir más sabiduría, y a entender también las locuras y los desvaríos, pero me di cuenta de que también esto es aflicción de espíritu. 18 Porque «abundar en sabiduría es abundar en molestias», y también «quien aumenta sus conocimientos, aumenta sus sufrimientos».

Vanidad de todo esfuerzo

Palabras del Predicador(A), hijo de David, rey en Jerusalén.

Vanidad de vanidades, dice el Predicador,
vanidad de vanidades, todo es vanidad(B).

¿Qué provecho recibe el hombre de todo el trabajo
con que se afana bajo el sol(C)?
Una generación va y otra generación viene,
mas la tierra permanece para siempre(D).
El sol sale y el sol se pone(E),
a su lugar se apresura[a], y de allí vuelve a salir.
Soplando[b] hacia el sur,
y girando hacia el norte,
girando y girando va el viento;
y sobre sus giros el viento regresa(F).
Todos los ríos van hacia el mar,
y el mar no se llena;
al lugar donde los ríos fluyen,
allí vuelven a fluir.
Todas las cosas son fatigosas,
el hombre no puede expresarlas.
No se sacia(G) el ojo de ver,
ni se cansa[c] el oído de oír.
Lo que fue, eso será,
y lo que se hizo, eso se hará(H);
no hay nada nuevo bajo el sol.
10 ¿Hay algo de que se pueda decir:
Mira, esto es nuevo?
Ya existía en los siglos
que nos precedieron.
11 No hay memoria de las cosas primeras
ni tampoco de las postreras que sucederán;
no habrá memoria de ellas
entre los que vendrán después(I).

Vanidad del saber

12 Yo, el Predicador(J), he sido rey sobre Israel en Jerusalén. 13 Y apliqué mi corazón(K) a buscar e investigar con sabiduría todo lo que se ha hecho bajo el cielo(L). Tarea(M) dolorosa[d] dada por Dios a los hijos de los hombres para ser afligidos con ella. 14 He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he aquí, todo es vanidad y correr tras el viento[e](N).

15 Lo torcido no puede enderezarse(O),
y lo que falta no se puede contar.

16 Yo me dije[f]: He aquí, yo he engrandecido y aumentado la sabiduría más que[g] todos los que estuvieron antes de mí sobre Jerusalén(P); mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y conocimiento. 17 Y apliqué mi corazón(Q) a conocer la sabiduría y a conocer la locura y la insensatez(R); me di cuenta de que esto también es correr tras el viento(S).

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha angustia,
y quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor(T).

Footnotes

  1. Eclesiastés 1:5 Lit., jadeando
  2. Eclesiastés 1:6 Lit., Yendo
  3. Eclesiastés 1:8 Lit., llena
  4. Eclesiastés 1:13 Lit., malvada
  5. Eclesiastés 1:14 O, aflicción de espíritu, y así en el vers. 17
  6. Eclesiastés 1:16 Lit., hablé en mi corazón, diciendo:
  7. Eclesiastés 1:16 Lit., sobre

Todo es vanidad

Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

La experiencia del Predicador

12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. 15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría(A) sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. 17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu. 18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

Todo es vana ilusión

Éstos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén.

¡Vana ilusión, vana ilusión!
¡Todo es vana ilusión!
¿Qué provecho saca el hombre
de tanto trabajar en este mundo?
Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!

10 Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11 Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.

Experiencias del Predicador

12 Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, 13 y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! 14 Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.

15 ¡Ni se puede enderezar lo torcido, ni hacer cuentas con lo que no se tiene!

16-17 Entonces me dije a mí mismo: «Aquí me tienen, hecho un gran personaje, más sabio que todos los que antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento, y también en la estupidez y la necedad, tan sólo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.» 18 En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.