Me dije entonces: «Vamos, pues, haré la prueba con los placeres y me daré la gran vida». ¡Pero aun esto resultó ser vanidad! A la risa la considero una locura; en cuanto a los placeres, ¿para qué sirven?

Quise luego hacer la prueba de entregarme al vino —si bien mi mente estaba bajo el control de la sabiduría—, y de aferrarme a la necedad, hasta ver qué de bueno le encuentra el hombre a lo que hace bajo el cielo durante los contados días de su vida.

Realicé grandes obras: me construí casas, me planté viñedos, cultivé mis propios huertos y jardines en donde planté toda clase de árboles frutales. También me construí aljibes para irrigar los muchos árboles que allí crecían. Compré esclavos y esclavas; tuve criados, vacas y ovejas, tuve mucho más que todos los que me precedieron en Jerusalén. Amontoné plata, oro y tesoros que fueron de reyes y provincias. Tuve cantores y cantoras; disfruté de los deleites de los hombres: ¡formé mi propio harén![a]

Me engrandecí en gran manera, más que todos los que me precedieron en Jerusalén; además, la sabiduría permanecía conmigo.

10 No negué a mis ojos ningún deseo
    ni privé a mi corazón de placer alguno.
Mi corazón disfrutó de todos mis trabajos.
    ¡Solo eso saqué de tanto afanarme!
11 Luego observé todas mis obras
    y el trabajo que me había costado realizarlas.
Vi que todo era vanidad, un correr tras el viento,
    y que no había provecho bajo el sol.

Todos paran en lo mismo

12 Consideré entonces la sabiduría,
    la necedad y la insensatez.
¿Qué más puede hacer el sucesor del rey,
    aparte de lo ya hecho?
13 Observé que es mejor la sabiduría que la insensatez,
    así como la luz es mejor que las tinieblas.
14 El sabio tiene los ojos bien puestos,
    pero el necio anda a oscuras.
Pero me di cuenta de que
    un mismo final espera a todos.

15 Me dije entonces:

«Si al fin voy a acabar igual que el necio,
    ¿de qué me sirve ser tan sabio?».
Y me dije:
    «También esto es vanidad».
16 Nadie se acuerda jamás del sabio ni del necio;
    con el paso del tiempo todo cae en el olvido;
lo mismo mueren los sabios que los necios.

17 Aborrecí entonces la vida, pues todo cuanto se hace bajo el sol me resultaba repugnante. Realmente, todo es vanidad; ¡es correr tras el viento!

18 Aborrecí también todo el trabajo que hice bajo el sol, pues el fruto de tanto afán tendría que dejárselo a mi sucesor. 19 ¿Y quién sabe si este sería sabio o necio? Sin embargo, se adueñaría de lo que con tanto esmero y sabiduría logré hacer bajo el sol. ¡Y también esto es vanidad!

20 Volví a sentirme descorazonado de haber trabajado tanto bajo el sol, 21 pues hay quienes ponen a trabajar su sabiduría y sus conocimientos y experiencia, para luego entregarle todos sus bienes a quien jamás movió un dedo. ¡Y también esto es vanidad y una enorme desgracia! 22 Pues, ¿qué gana el hombre con todos sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol? 23 Todos sus días están plagados de sufrimientos y tareas frustrantes; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y también esto es vanidad!

24 Nada hay mejor para el hombre que comer, beber y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios, 25 porque ¿quién puede comer y alegrarse, si no es por Dios?[b] 26 En realidad, Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado; en cambio, al pecador le impone la tarea de acumular más y más, para luego dárselo todo a quien es de su agrado. Y también esto es vanidad; ¡es correr tras el viento!

Footnotes

  1. 2:8 ¡formé mi propio harén! Frase de difícil traducción.
  2. 2:25 por Dios (véanse mss. hebreos, LXX y Siríaca); por mí (TM).

Pensé entonces en lo íntimo de mi ser: «¡Anda, que voy a probar lo que es la alegría! ¡Voy a disfrutar de lo bueno!» ¡Pero resultó que también esto es vanidad! Y concluí que divertirse es una locura, y que los placeres no sirven de nada.

En lo íntimo de mi ser me propuse agasajarme con vino, y ser lo más necio posible, sin dejar de mantenerme bajo el control de mi sabiduría. Quería ver qué de bueno sacan los mortales de sus ocupaciones de toda la vida bajo el cielo. Emprendí grandes obras, hice que me construyeran casas y que me plantaran viñas, tuve mis propios huertos y jardines, y allí planté toda clase de árboles frutales. Mandé construir estanques de agua para poder regar la floresta donde crecían los árboles. Compré esclavos y esclavas, y tuve criados que nacieron en mi casa. Tuve también grandes ganados de vacas y de ovejas, más que todos los que reinaron antes de mí en Jerusalén. Acumulé plata y oro, y tesoros que antes fueron de otros reyes y provincias. Tuve cantores y cantoras, y disfruté de los placeres humanos, ¡habidos y por haber!(A)

Mi grandeza fue mayor que la de todos los que reinaron antes de mí en Jerusalén. Pero, además, siempre conservé mi sabiduría. 10 No les negué a mis ojos nada que desearan ver, ni conscientemente me aparté de placer alguno, porque en lo íntimo disfruté de todos mis afanes. ¡Ésa fue la recompensa de todos mis afanes!

11 Luego me puse a considerar todo lo que yo había hecho con mis manos, y el trabajo que me costó realizarlo, ¡y resultó que todo era vanidad y aflicción de espíritu! ¡Nada es provechoso bajo el sol!

12 Me puse a considerar lo que es la sabiduría, la locura y la necedad. En realidad, ¿qué puede hacer quien venga después del rey? Aparte de lo que ya se ha hecho, ¡nada! 13 Concluí entonces que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como sobrepasa la luz a las tinieblas. 14 El sabio usa los ojos y la cabeza, pero el necio anda a tientas. Y también me di cuenta de que unos y otros correrán la misma suerte. 15 Entonces me dije a mí mismo: «Si lo mismo que le espera al necio, también me espera a mí, ¿qué caso tiene esforzarme por ser más sabio?» Concluí entonces que también esto es vanidad, 16 porque jamás hay quien se acuerde del sabio ni del necio; en los días venideros todo será olvidado, y sabios y necios morirán por igual.

17 Por eso aborrecí la vida, porque lo que se hace bajo el sol me resultaba chocante, pues todo es vanidad y aflicción de espíritu. 18 Aborrecí también el haber trabajado tanto bajo el sol, pues todo lo que hice tendré que dejárselo a otro que vendrá después de mí. 19 ¿Y cómo saber si será sabio o necio el que se quedará con todos mis trabajos y afanes, a los que tanto trabajo y sabiduría dediqué bajo el sol? ¡También esto es vanidad!

20 El desánimo volvió a dominar mi corazón al ver todos mis afanes y trabajos, a los que tanta sabiduría dediqué bajo el sol: 21 ¿Tener que dedicar sabiduría, conocimientos y rectitud, para luego dejarle el fruto de su trabajo a quien nunca se lo ganó? ¡Eso también es vanidad, y un mal muy grande! 22 ¿Qué saca uno de tanto trabajar y fatigarse y afanarse bajo el sol? 23 ¡Todo el tiempo es de dolores, trabajos y molestias! ¡Ni siquiera de noche encuentra uno reposo! ¡Y esto es también vanidad!

24 No hay nada mejor para nosotros que comer y beber, y disfrutar de nuestros trabajos. Y he concluido que esto viene de la mano de Dios. 25 Porque, ¿quién puede comer y cuidarse mejor que uno mismo? 26 Es un hecho que Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado, y que al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dárselo a quien es del agrado de Dios. ¡Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu!

Vanidad de las cosas terrenales

Entonces me dije[a]: Ven ahora, te probaré con el placer(A); diviértete[b]. Y he aquí, también esto era vanidad. Dije de la risa(B): Es locura; y del placer: ¿Qué logra esto? Consideré en mi mente[c] cómo estimular mi cuerpo[d] con el vino(C), mientras mi mente[e] me guiaba con sabiduría, y cómo echar mano de la insensatez(D), hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vida(E). (F)Engrandecí mis obras, me edifiqué casas, me planté viñedos(G); me hice jardines(H) y huertos(I), y planté en ellos toda clase de árboles frutales; me hice estanques de aguas(J) para regar[f] el bosque con árboles en pleno crecimiento. Compré esclavos y esclavas, y tuve esclavos nacidos en casa[g](K). Tuve también ganados, vacas y ovejas(L), más que todos los que me precedieron en Jerusalén. Reuní también para mí plata y oro(M) y el tesoro de los reyes y de las provincias. Me proveí de cantores y cantoras(N), y de los placeres de los hombres, de muchas concubinas[h]. Y me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén(O); también la sabiduría permaneció conmigo. 10 Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué(P), ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo, y esta fue la recompensa de toda mi labor(Q). 11 Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado[i], y he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento[j](R), y sin provecho(S) bajo el sol.

12 Yo volví, pues, a considerar la sabiduría, la locura y la insensatez(T), porque ¿qué hará el hombre que venga después del rey sino lo que ya ha sido hecho(U)? 13 Y yo vi que la sabiduría sobrepasa a la insensatez(V), como la luz a las tinieblas.

14 El sabio tiene ojos en su cabeza,
mas el necio anda en tinieblas(W).
Pero yo sé también que ambos corren la misma suerte(X).

15 Entonces me dije[k]: Como la suerte del necio, así también será la mía[l](Y). ¿Para qué, pues, me aprovecha haber sido tan sabio(Z)? Y me dije[m]: También esto es vanidad. 16 Porque no hay memoria duradera[n] ni del sabio ni del[o] necio, ya que todos serán olvidados en los días venideros(AA). ¡Cómo mueren tanto el sabio como[p] el necio(AB)! 17 Y aborrecí la vida(AC), porque me era penosa[q] la obra que se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y correr tras el viento.

18 Asimismo aborrecí todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol(AD), el cual tendré que dejar al hombre que vendrá después de mí(AE). 19 ¿Y quién sabe si será sabio o necio? Sin embargo, él tendrá dominio sobre todo el fruto de mi trabajo con que me afané obrando sabiamente bajo el sol. También esto es vanidad. 20 Por tanto me desesperé en gran manera[r] por todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol. 21 Cuando hay un hombre que ha trabajado con sabiduría, con conocimiento y con destreza(AF), y da su hacienda[s] al que no ha trabajado en ella(AG), esto también es vanidad y un gran mal. 22 Pues, ¿qué recibe el hombre de todo su trabajo y del esfuerzo de su corazón con que se afana bajo el sol(AH)? 23 Porque durante todos sus días su tarea es dolorosa y penosa(AI); ni aun de noche descansa su corazón(AJ). También esto es vanidad.

24 Nada hay mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno[t](AK). Esto también yo he visto que es de la mano de Dios(AL). 25 Porque ¿quién comerá y quién se alegrará sin Él[u]? 26 Porque a la persona que le agrada[v], Él le ha dado sabiduría, conocimiento(AM) y gozo; mas al pecador le ha dado la tarea de recoger y amontonar para dárselo al que agrada a[w] Dios(AN). Esto también es vanidad y correr tras el viento(AO).

Footnotes

  1. Eclesiastés 2:1 Lit., Dije yo en mi corazón
  2. Eclesiastés 2:1 Lit., considera lo bueno
  3. Eclesiastés 2:3 Lit., corazón
  4. Eclesiastés 2:3 Lit., carne
  5. Eclesiastés 2:3 Lit., corazón
  6. Eclesiastés 2:6 Lit., regar de ellos
  7. Eclesiastés 2:7 Lit., tuve hijos de la casa
  8. Eclesiastés 2:8 Otra posible lectura es: de toda clase de instrumentos musicales; en la versión gr. (sept.), coperos y coperas
  9. Eclesiastés 2:11 Lit., trabajado para hacer
  10. Eclesiastés 2:11 O, aflicción de espíritu, y así en el resto del cap.
  11. Eclesiastés 2:15 Lit., dije yo en mi corazón
  12. Eclesiastés 2:15 Lit., también caerá sobre mí
  13. Eclesiastés 2:15 Lit., dije yo en mi corazón
  14. Eclesiastés 2:16 Lit., para siempre
  15. Eclesiastés 2:16 Lit., con
  16. Eclesiastés 2:16 Lit., con
  17. Eclesiastés 2:17 Lit., mala
  18. Eclesiastés 2:20 Lit., Y volví a desesperar mi corazón
  19. Eclesiastés 2:21 Lit., porción
  20. Eclesiastés 2:24 Lit., hacer que su alma vea bueno su trabajo
  21. Eclesiastés 2:25 Así en la versión gr. (sept.); en heb.,
  22. Eclesiastés 2:26 Lit., que es buena ante Él
  23. Eclesiastés 2:26 Lit., que es buena ante Él