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pues él está en el cielo y tú aquí abajo en la tierra; sean, pues, pocas tus palabras. Así como el exceso de ocupaciones produce pesadillas, la necedad te convierte en un necio que dice tonterías. Así, cuando le hables a Dios y le prometas hacer algo, no tardes en cumplirlo. Pues a Dios no le agradan los necios. Cúmplele lo prometido.

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