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Consecuencias del pecado

21 Hijo mío, ¿pecaste? No lo vuelvas a hacer,
y pide perdón por tus culpas pasadas.
Huye del pecado como de una serpiente,
pues si te acercas, te morderá.
Tiene dientes de león
para matar a los hombres.
Toda maldad es como espada de dos filos;
las heridas que causa no tienen curación.
Delirio de grandeza y orgullo destruyen la riqueza;
la casa del altanero quedará destruida.
Dios escucha la oración del pobre
y le hace justicia sin tardar.
El que odia la corrección sigue los pasos del pecador,
pero el que respeta al Señor se arrepiente de corazón.
Desde lejos se conoce al charlatán;
pero el sensato se da cuenta de sus propias faltas.
Construir una casa con dinero ajeno
es como acarrear piedras para la propia sepultura.
Una banda de malvados es como leña seca:
terminará en una llamarada.
10 El camino de los pecadores es fácil y llano,
pero termina en el reino de la muerte.

El sabio y el necio

11 El que cumple la ley domina sus instintos;
honrar al Señor lleva a la sabiduría.
12 El que no es inteligente no puede aprender,
pero hay una inteligencia llena de amargura.
13 La ciencia del sabio es como un río crecido,
y sus consejos como manantial que no se agota.
14 La mente del necio es como un vaso roto:
nada retiene de lo que aprende.
15 Si un hombre inteligente oye un proverbio,
lo alaba y añade otro;
si lo oye un tonto,
pone mala cara y no le presta atención.
16 Escuchar a un necio es como viajar con una carga a cuestas;
¡qué delicia, en cambio, oír hablar a un inteligente!
17 Cuando el pueblo se reúne, pide la opinión del sabio
y se queda pensando en lo que dice.
18 La sabiduría es para el necio como una casa en ruinas;
todo lo que sabe decir son palabras sin sentido.
19 La instrucción es para el necio como cadenas en los pies,
o como esposas en la mano derecha.
20 El tonto se ríe a carcajadas;
el sabio, cuando mucho, sonríe suavemente.
21 La instrucción es para el sabio como adorno de oro,
como un brazalete en el brazo derecho.
22 El necio se precipita en una casa;
el sensato se detiene respetuosamente.
23 El necio, desde la puerta, espía hacia adentro;
el bien educado se queda fuera.
24 Es mala educación poner el oído a la puerta;
un hombre sensato se moriría de vergüenza.
25 El charlatán habla hasta por los codos;
el sabio pesa cada palabra.
26 El necio dice todo lo que piensa;
el sabio piensa todo lo que dice.
27 Cuando un malvado maldice a su enemigo,
a sí mismo se maldice.
28 El chismoso trae mal sobre sí mismo
y se hace odioso a todos sus vecinos.