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Mardoqueo tenía a su cargo a una prima, huérfana de padre y madre, llamada Hadasá —es decir, Ester—. Al morir sus padres, Mardoqueo la había adoptado como hija suya. La joven era hermosa y atractiva.

Cuando se promulgaron la orden y el edicto del rey, muchas jóvenes fueron reunidas en la ciudadela de Susa y puestas al cuidado de Hegeo. Ester también fue llevada al palacio real y confiada a Hegeo, guardián de las mujeres. La joven agradó mucho a Hegeo y se ganó su favor, por lo que pronto le proporcionó cremas de belleza y alimentos, y puso a su disposición siete doncellas escogidas de lo mejor de la corte real, trasladándola junto con las doncellas al mejor lugar del harén.

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Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya.

Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres.

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