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[2] Además, el rey ordenó que todos sus sirvientes se arrodillaran e inclinaran su cabeza ante Amán, en señal de respeto.

Pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni inclinaba su cabeza, [3] así que los sirvientes del palacio le preguntaron por qué no obedecía la orden del rey. [4] Varias veces le hicieron la misma pregunta, pero él no les hacía caso. Después de unos días, los sirvientes se lo contaron a Amán. Querían ver si Mardoqueo se atrevería a decirle lo que ya les había dicho a ellos; es decir, que no obedecía esa orden porque era judío.

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