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12 «Ezequiel, entona un canto fúnebre por el rey de Tiro. Dile de mi parte lo siguiente:

“Tú, rey de Tiro,
eras perfecto en todo;
tu sabiduría y tu belleza
no tenían comparación.
13 Vivías en el jardín de Edén,
y te adornabas con piedras preciosas.
Tus joyas y tus aretes
estaban hechos de oro,
y desde el día de tu nacimiento
estuvieron a tu disposición.
14 Un ángel te protegía,
mientras pisabas piedras de fuego
en el monte elegido por Dios.

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12 Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. 13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. 14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.

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