Add parallel Print Page Options

Llamamiento de Ezequiel

Y me dijo: ¡Ponte de pie, hombre mortal,[a] que hablaré contigo!

Y el Espíritu entró en mí mientras me hablaba, y me puso de pie.

«Hombre mortal, me dijo, yo te envío a los israelitas, una nación terca, nación que está siempre rebelándose contra mí. Ellos y sus antepasados han vivido siempre desoyendo mis consejos y sin aceptar mi dirección. Ellos son un pueblo terco, de corazón duro. Pero yo te envío para comunicarles a ellos mis mensajes, los mensajes del Señor Dios. Y si ellos escuchan o no (pues acuérdate que son rebeldes), por lo menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos. Hombre mortal, no tengas temor de ellos, no te asustes, aun cuando te amenacen con arrojarte a un pozo lleno de escorpiones. No desmayes ante sus semblantes airados, pues acuérdate que son rebeldes. Tú debes entregarles mis mensajes, escuchen ellos o no (pero no lo harán, porque son muy rebeldes). Escucha, hombre mortal, lo que yo te diré. ¡No seas tú también rebelde! ¡Abre la boca y come lo que te daré!».

Entonces miré y vi una mano tendida hacia mí con un rollo escrito por ambos lados. 10 Él lo desenrolló, y entonces vi que estaba lleno de advertencias, lamentaciones y condenas.

Footnotes

  1. 2.1 Hombre mortal: La expresión hombre mortal (lit. «hijo de hombre») se usa con frecuencia en este libro (unas 87 veces), cuando Dios se dirige a Ezequiel. Con esta expresión se quiere resaltar la pequeñez del ser humano frente la grandeza de Dios. Sin embargo, a pesar de esa fragilidad, Dios usa al profeta como su instrumento para llevar a cabo sus planes y dar esperanza al pueblo cautivo.