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El castigo de los culpables

Luego el Señor gritó con fuerza: «¡Llama a aquellos a quienes yo he entregado la ciudad para que la conquisten! ¡Diles que traigan sus armas consigo!».

Ante su llamado aparecieron seis hombres procediendo de la puerta superior del norte, cada uno portando sus armas, listos para castigar. Uno de ellos estaba vestido de lino y llevaba un tintero de escribano ceñido al costado. Todos entraron al templo y se pararon a un lado del altar de bronce. Y la magnífica presencia del Dios de Israel se alzó del querubín donde había estado reposada y se puso sobre la entrada al templo.

Entonces el Señor llamó al hombre con el tintero de escribano,

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