⁹ y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen,

⁷ vuelve a determinarse un día, «Hoy», al decir después de tanto tiempo, por medio de David:

²⁵ Tengan cuidado de no desechar al que habla. Si no escaparon los que desecharon al que los amonestaba en la tierra,^(A) mucho menos escaparemos nosotros si desechamos al que amonesta desde los cielos.

La promesa del Espíritu Santo

¹⁵ »Si me aman, obedezcan mis mandamientos.

²³ Jesús le respondió: «El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir.

²⁴ El que no me ama, no obedece mis palabras; y la palabra que han oído no es mía, sino del Padre que me envió.

²⁸ Jesús respondió: «Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios, y la obedecen.»

Los dos cimientos^(A)

⁴⁶ »¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer? ⁴⁷ Les voy a decir como quién es el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: ⁴⁸ Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca. ⁴⁹ Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el río golpea con ímpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas.»

²³ Al contrario, esto fue lo que les ordené: “Escuchen mi voz, y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Vayan siempre por el camino que yo les mande seguir, para que les vaya bien.”

³ Haz memoria de lo que has recibido y oído, y ponlo en práctica y arrepiéntete. Si no te mantienes vigilante, cuando menos lo esperes vendré sobre ti como un ladrón.^(A)