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Festo, que deseaba granjearse el favor de los judíos, dijo entonces a Pablo:

— ¿Quieres ir a Jerusalén para que yo juzgue allí tu causa?

10 Pablo respondió:

— Apelo al tribunal del emperador, que es donde debo ser juzgado. No he cometido ningún delito contra los judíos, como tú bien sabes. 11 Si verdaderamente soy culpable y he cometido alguna acción que me haga reo de muerte, no me niego a morir. Pero si los cargos que se me hacen carecen de fundamento, nadie puede entregarme a los judíos. Apelo, pues, al emperador.

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