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Crispo, el dirigente de la sinagoga, y todos los que vivían en su casa, creían en el Señor Jesús. Mucha gente de Corinto oyó a Pablo, creyó y fue bautizada. Una noche, el Señor le dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablándole a la gente y no te calles, 10 porque yo estoy contigo. Nadie podrá atacarte ni hacerte daño porque tengo mucha gente en esta ciudad».

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