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como aun el sumo sacerdote es mi testigo, y todos los ancianos de quienes también recibí cartas para los hermanos. Y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén a los que estaban allí, para que fueran castigados. Pero me sucedió[a], cuando viajaba y llegaba cerca de Damasco, como a mediodía, que de repente me rodeó de resplandor una gran luz del cielo. Yo caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.

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Footnotes

  1. Hechos 22:6 Cf. Hech. 9:1-22; 26:12-18.