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Ananías y Safira

Había un hombre llamado Ananías, su esposa se llamaba Safira. Se puso de acuerdo con ella para vender un terreno que tenían, pero entregó sólo una parte del dinero a los apóstoles y se quedó con el resto. Su esposa sabía lo que había hecho. Entonces Pedro dijo:

—Ananías, ¿por qué permitiste que Satanás entrara en tu corazón? Mentiste y trataste de engañar al Espíritu Santo. Vendiste el terreno, pero ¿por qué te quedaste con parte del dinero?

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