Add parallel Print Page Options

¿Acaso el terreno no era tuyo? Y, si lo vendías, ¿acaso no era tuyo el dinero? ¿Por qué decidiste hacer esto? No les has mentido a los hombres, sino a Dios.» Al oír Ananías estas palabras, cayó muerto. Y a todos los que se enteraron les entró mucho miedo. Entonces los jóvenes se levantaron, lo envolvieron, lo sacaron y lo sepultaron.

Read full chapter