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Contra la idolatría

Ninguno de los que hacen ídolos vale nada, y para nada sirven los ídolos que ellos tanto estiman. Los que les dan culto son ciegos y estúpidos, y por eso quedarán en ridículo. 10 El que funde una estatua para adorarla como si ella fuera un dios, pierde su tiempo. 11 Todos los que la adoren quedarán en ridículo. Los que fabrican ídolos son simples hombres. Si todos juntos se presentaran a juicio, quedarían humillados y llenos de terror.

12 Veamos qué hace el herrero: toma su cincel y, después de calentar el metal entre las brasas, le da forma a golpes de martillo. Lo trabaja con su fuerte brazo. Pero si el herrero no come, se le acaba la fuerza, y si no bebe agua, se cansa.

13 O veamos al escultor: toma las medidas con su regla, traza el dibujo con lápiz y compás y luego lo trabaja con escoplo; así hace una estatua dándole la figura de una persona e imitando la belleza humana, y luego la instala en un templo.

14 O también, alguien planta cedros y la lluvia los hace crecer; después tendrá cedros para cortar. O si prefiere cipreses o robles, los cuida en el bosque hasta que están bien gruesos. 15 Luego la gente los usa para hacer fuego; se llevan unos pedazos para calentarse con ellos; se llevan otros para cocer pan; y otros pedazos los usan para hacer la estatua de un dios, y se inclinan ante ella para adorarla.

16 O también: la mitad de la madera la pone uno a arder en el fuego, asa carne, se come el asado y queda satisfecho. También se calienta con ella, y dice: «¡Qué bien se está junto al fuego; ya estoy entrando en calor!» 17 Y de la madera sobrante hace la estatua de un dios, se inclina ante ella para adorarla, y suplicante le dice: «¡Sálvame, porque tú eres mi dios!»

18 Esa gente no sabe, no entiende; tienen los ojos tan ciegos que no pueden ver, y el entendimiento tan cerrado que no pueden comprender. 19 No se ponen a pensar, les falta entendimiento para comprender y decir: «La mitad de la madera la puse a arder y en las brasas cocí pan, asé carne y me la comí; del resto hice esta cosa detestable, ¡y lo que estoy adorando es un pedazo de palo!» 20 Verdaderamente, es como comer ceniza. Es dejarse engañar por ideas falsas. Esas personas no podrán salvarse. No serán capaces de entender que lo que tienen en sus manos es pura mentira.

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La insensatez de la idolatría

Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. 10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? 11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.

12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. 13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. 14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. 15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. 16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; 17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú.

18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. 19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? 20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?

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