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»Pueblo mío, escúchame.
    Atiende a lo que te digo, nación mía.
Porque les enseñaré
    y mi justicia resplandecerá como luz a las naciones.
Mi justicia salvadora se acerca,
    ya llega la salvación de parte mía.
    Gobernaré a las naciones con poder.
Los países lejanos tienen puesta su esperanza en mí
    y confían en mi poder.
Levanten los ojos al cielo
    y miren abajo a la tierra.
Porque los cielos se desvanecerán como el humo.
    La tierra se desgastará como un vestido
    y los que viven en ella morirán como moscas.
Pero mi salvación será eterna
    y mi justicia salvadora nunca se acabará.

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Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos. Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo ponen su esperanza. Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá.

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