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Palabras de consuelo a Jerusalén

51 Óiganme todos los que quieren vivir con rectitud
y me buscan —dice el Señor.
Miren la roca de donde fueron cortados,
la cantera de donde fueron sacados;
miren a Abraham, su padre,
y a Sara, la que les dio la vida.
Cuando yo lo llamé, era uno solo,
pero lo bendije y le di muchos descendientes.
Yo seré bondadoso con Sión,
la ciudad que estaba toda en ruinas.
Convertiré las tierras secas del desierto en un jardín,
como el jardín que el Señor plantó en Edén.
Allí habrá felicidad y alegría,
cantos de alabanza y son de música.

«Pueblos, préstenme atención,
escúchenme, naciones:
yo publicaré mi enseñanza
y mis mandamientos alumbrarán a los pueblos.
Mi victoria está cercana,
mi acción salvadora está en camino;
con mi poder gobernaré a los pueblos.
Los países del mar esperarán en mí
y confiarán en mi poder.

»Levanten los ojos al cielo,
y miren abajo, a la tierra:
el cielo se desvanecerá como el humo,
la tierra se gastará como un vestido
y sus habitantes morirán como mosquitos.
Pero mi salvación será eterna,
mi victoria no tendrá fin.

»Escúchenme, ustedes que saben lo que es justo,
pueblo que toma en serio mi enseñanza.
No teman las injurias de los hombres,
no se dejen deprimir por sus insultos,
porque perecerán como un vestido apolillado,
como lana roída por gusanos.
Pero mi victoria será eterna,
mi salvación durará por siempre.»

Despierta, despierta, brazo del Señor,
ármate de fuerza;
despierta como lo hiciste en el pasado,
en tiempos muy lejanos.
Tú despedazaste a Rahab, el monstruo marino;
10 secaste el mar,
el agua del profundo abismo,
y convertiste el fondo del mar en camino
para que pasaran los libertados.
11 Así también regresarán los rescatados por el Señor,
y entrarán en Sión dando gritos de alegría;
sus rostros estarán siempre alegres;
encontrarán felicidad y dicha,
y el dolor y el llanto desaparecerán.

12 «Yo, yo mismo, te doy ánimo.
¿A quién tienes miedo? ¿A los hombres?
¿A los hombres mortales, que no son más que hierba?
13 ¿Vas a olvidarte del Señor, tu creador,
que extendió el cielo y afirmó la tierra?
¿Vas a temblar continuamente, a todas horas,
por la furia de los opresores,
que están listos para destruirte?
Pero, ¿dónde está esa furia?
14 El que sufría la opresión,
pronto quedará libre;
no morirá en el calabozo
ni le faltará su pan.

15 »Yo soy el Señor tu Dios,
mi nombre es Señor todopoderoso;
yo agité el mar
y rugieron las olas,
16 extendí el cielo
y afirmé la tierra.
Yo puse en tu boca mis palabras
y te protegí al amparo de mi mano.
Yo dije a Sión: “Tú eres mi pueblo.”»

17 Despierta, despierta,
Jerusalén, levántate.
Tú sufriste la ira del Señor
como quien bebe una copa,
y la bebe hasta el fondo,
hasta quedar borracho.
18 Entre todos los hijos que has tenido,
no hay ninguno que te guíe;
entre todos los hijos que criaste,
no hay ninguno que te lleve de la mano.
19 Estas dos desgracias vinieron sobre ti:
tu país fue destruido y saqueado,
y tu gente murió por el hambre y la guerra.
¿Quién tendrá lástima de ti?
¿Quién te consolará?
20 Como antílopes atrapados en la red,
tus hijos están sin fuerzas,
tendidos en la esquina de cualquier calle,
heridos por la ira del Señor,
por la corrección de tu Dios.
21 Por eso, ciudad desdichada, escucha esto,
tú que estás borracha, pero no de vino;
22 tu Señor y tu Dios,
el que defiende la causa de su pueblo, dice:
«Te voy a quitar de la mano
esa copa con que te has emborrachado;
ya no volverás a beber más la copa de mi ira.
23 Yo se la daré
a los que te atormentaron,
a los que te decían:
“Échate al suelo, que vamos a pasar sobre ti”;
y tú te tendiste en el suelo
para que te pisotearan como al polvo.»

Salvación para Jerusalén

51 Dios dijo:

«¡Escúchenme todos ustedes,
los que buscan a Dios
y aman la justicia!
Ustedes son descendientes
de Abraham y de Sara.
Miren el ejemplo
que ellos les han dejado.
Cuando yo llamé a Abraham,
él era sólo uno,
pero lo bendije
y le di muchos hijos.

»Aunque Jerusalén está en ruinas,
yo la consolaré
y la convertiré en un hermoso jardín.
Será como el jardín que planté en Edén.
Entonces Jerusalén celebrará
y cantará canciones de alegría
y de acción de gracias».

Dios continuó diciendo:

«Préstame atención, pueblo mío;
voy a dar mi enseñanza,
y mi justicia servirá de guía
para las naciones.
Ya se acerca mi justicia,
mi salvación está en camino.
¡Con mi poder juzgaré a las naciones!
Los pueblos de las costas lejanas
confían en mí.
Mi poder los llena de esperanza.

»¡Levanten los ojos al cielo!
¡Miren la tierra aquí abajo!
El cielo desaparecerá como humo,
la tierra se gastará como un vestido,
y sus habitantes morirán como moscas.
Pero mi salvación y mi justicia
permanecerán para siempre.

»Escúchenme,
ustedes que saben lo que es bueno
y que conocen mi ley.
No teman ni se desalienten
por los insultos de la gente,
porque esa gente desaparecerá
como ropa comida por la polilla,
como lana devorada por los gusanos.
Pero mi salvación y mi justicia
permanecerán para siempre».

Los israelitas clamaron:

«¡Despierta, Dios, despierta!
¡Despierta y vístete de fuerza!
Muestra tu poder
como lo hiciste en el pasado,
cuando destruiste a los egipcios.

10 »Tú secaste las aguas del mar
y allí abriste un camino
por donde marchó tu pueblo liberado.
11 Lo mismo que en el pasado,
ahora volverán los que tú rescataste
y entrarán en Jerusalén
con gritos de alegría.
Estarán llenos de alegría,
y el llanto y el dolor desaparecerán».

12 Dios dijo:

«Soy yo mismo el que los anima.
¿Por qué le tienen miedo
a simples seres humanos
que no son más que hierba?
13 No olviden que yo soy su creador,
yo soy el que extendió los cielos
y afirmó la tierra.
No teman al enemigo
que con furia quiere destruirlos.
Frente a mi poder
toda su furia desaparece.

14 »Pronto serán liberados los prisioneros;
no les faltará el pan
ni morirán en la cárcel,
15 porque yo soy el único Dios,
el Dios todopoderoso.
Yo agito el mar,
y las olas se levantan con estruendo.

16 »Yo les dije lo que deben decir,
y los protegeré con mi poder.
Yo he extendido los cielos
y afirmado la tierra,
y ahora digo:
“Habitantes de Jerusalén,
¡ustedes son mi pueblo!”»

El enojo de Dios

17 Isaías dijo:

«¡Despierta, Jerusalén, despierta!
Levántate, tú
que has sufrido el enojo de Dios.
Lo has sufrido tanto
que ya ni levantarte puedes.
18 De todos los hijos que tuviste,
no hubo ninguno que te guiara;
de todos los hijos que criaste,
ninguno te tomó de la mano.

19 »Estas dos desgracias
han venido sobre ti:
¡Has sufrido la guerra y el hambre!
¿Quién tendrá compasión de ti?
¿Quién te consolará?
20 Tus hijos están tirados por las calles,
están como venados atrapados en la red.
Toda la furia y el reproche de Dios
han caído sobre ellos.

21 »Por eso,
habitantes de Jerusalén,
ustedes que están borrachos
pero no de vino,
escuchen lo que dice su Dios,
22 el Dios que defiende a su pueblo:

“En mi enojo los castigué duramente
y los hice rodar por el suelo;
pero ya no volveré a castigarlos.
23 Más bien castigaré a sus enemigos,
esos que les dijeron:
‘¡Tírense al suelo,
para que los aplastemos!’
Ustedes obedecieron,
¡y ellos los aplastaron!”»