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»Sin embargo,
no durarán para siempre
su angustia y su dolor.»

El reinado del Príncipe de paz

La tierra de Zabulón y Neftalí es una región de Galilea, cerca de donde habitan pueblos que no adoran a nuestro Dios. Esa región se extiende desde el otro lado del río Jordán hasta la orilla del mar. Hace mucho tiempo, Dios humilló a esa región de Galilea, pero después le concedió un gran honor, el cual Isaías anunció así:

«Aunque tu gente viva en la oscuridad,
verá una gran luz.
Una luz alumbrará
a los que vivan
en las tinieblas.
¡Dios nuestro,
tú nos has llenado de alegría!
Todos nos alegramos en tu presencia,
como cuando llega la cosecha,
como cuando la gente
se reparte muchas riquezas.
Tú nos has liberado
de los que nos esclavizaron.
Tu victoria sobre ellos fue tan grande
como tu victoria sobre el pueblo de Madián.
Tú echarás al fuego
las botas de los soldados
y sus ropas manchadas de sangre.

»Nos ha nacido un niño,
Dios nos ha dado un hijo:
a ese niño se le ha dado
el poder de gobernar;
y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios invencible,
Padre eterno, Príncipe de paz.
Él se sentará en el trono de David,
y reinará sobre todo el mundo
y por siempre habrá paz.

»Su reino será invencible,
y para siempre reinarán
la justicia y el derecho.

»Esto lo hará el Dios todopoderoso
por el gran amor que nos tiene.»

El enojo de Dios contra el reino de Israel

8-9 Isaías le dijo al pueblo de Israel:

«Dios le ha advertido a Israel
que lo va a castigar.
Y todo el pueblo,
incluyendo a los habitantes de Samaria,
ha recibido esta advertencia.

»Pero todos dicen con mucho orgullo:

10 “No importa que hayan tirado
los edificios de ladrillo;
nosotros construiremos otros,
y los haremos de piedra.
Han derribado los árboles de sicómoro,
pero nosotros plantaremos cedros”.

11 »Dios ordenó que los atacaran
unos enemigos terribles.
12 Por el este, los atacaron los sirios;
por el oeste, los filisteos.
De un solo bocado
se tragaron a Israel.
A pesar de todo esto,
el enojo de Dios no se ha calmado;
nos sigue amenazando todavía.

13 »El Dios todopoderoso
castigó a su pueblo,
pero éste no se arrepintió,
ni buscó su ayuda.
14-15 Entonces Dios, en un solo día,
eliminó a los líderes y jefes de Israel,
y a sus profetas mentirosos.

16 »Los jefes engañaron a este pueblo,
y confundieron a toda su gente.
17 Por eso Dios no perdonó a sus jóvenes,
ni se compadeció de sus huérfanos
ni de sus viudas.
Porque todo el pueblo fue muy malo
y sólo decía tonterías.
A pesar de todo esto,
el enojo de Dios no se ha calmado;
nos sigue amenazando todavía.

18 »La maldad es como el fuego,
que todo lo devora;
no deja espinos ni matorrales,
ni árboles en el bosque
y el humo sube en grandes columnas.

19 »Dios es el rey del universo,
y cuando se enoja
todo el país queda destruido.

»Nadie se compadece de su hermano;
20 se destruyen unos a otros,
y aun así no quedan satisfechos.
21 Las tribus de Efraín y Manasés
se pelean entre ellos,
y luego los dos juntos atacan a Judá.
A pesar de todo esto,
el enojo de Dios no se ha calmado;
nos sigue amenazando todavía.

Nacimiento y reinado del Mesías

Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.(A) El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.(B) Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.(C) El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

La ira de Jehová contra Israel

El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: 10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahígos, pero en su lugar pondremos cedros. 11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; 12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos. 14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día. 15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola. 16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. 17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. 19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. 20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; 21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.