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Vuestro país está desolado,
    vuestras ciudades son presa del fuego;
ante vuestros propios ojos
    los extraños devoran vuestros campos;
vuestro país está desolado,
    como si hubiera sido destruido por extranjeros.
La bella Sión ha quedado
    como cobertizo en un viñedo,
como choza en un melonar,
    como ciudad sitiada.
Si el Señor Todopoderoso
    no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes,
seríamos ya como Sodoma,
    nos pareceríamos a Gomorra.

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