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Confiad en el Señor para siempre,
    porque el Señor es una Roca eterna.
Él hace caer a los que habitan en lo alto
    y abate a la ciudad enaltecida:
la abate hasta dejarla por el suelo,
    la derriba hasta hacerla morder el polvo.
¡Los débiles y los desvalidos
    la pisotean con sus propios pies!»

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