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Yo, el SEÑOR, soy quien cuida de él.
    Lo riego continuamente
y lo vigilo día y noche,
    para que nadie le haga daño.
Ya no estoy enojado,
    pero lucharé contra cardo y oruga
    que encuentre en mi viñedo.
¡Los destruiré con fuego de una vez!
    Entonces yo les haría la guerra
    y los quemaría a todos juntos.
Pero el que busque mi protección,
    que haga las paces conmigo;
    sí, que haga las paces conmigo».

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