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12 Pero él respondió:

―Mi señor quiere que todos los de Jerusalén escuchen esto y no solamente ustedes. Quiere que sepan que si no se rinden, esta ciudad será asediada hasta que cada uno tenga tanta hambre y tanta sed que se coma sus propios excrementos y se beba su propia orina.

13 Luego gritó en hebreo a los judíos que escuchaban desde la muralla:

―¡Escuchen las palabras del gran monarca, el rey de Asiria! 14 No dejen que los engañe Ezequías; nada que él haga los salvará.

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