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12 Pero el Rabsaces dijo:

—¿Acaso me ha enviado mi señor para decir estas palabras solo a tu señor y a ti? ¿No les concierne también a los hombres que están sobre la muralla, quienes, como ustedes, han de comer sus propios excrementos y beber su propia orina?

13 Entonces el Rabsaces se puso de pie y gritó a gran voz en hebreo, diciendo:

—¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 14 Así ha dicho el rey: “No los engañe Ezequías, porque él no los podrá librar.

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