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Israel se rebela contra su Dios

Dios me dijo:

2-3 «Jeremías, ve y diles de mi parte a todos los habitantes de Jerusalén:

“Yo recuerdo, pueblo de Israel,
que en tus primeros años
me amabas sólo a mí.
Parecías una novia enamorada
y me seguiste por el desierto,
por tierras donde nada crece.
Tú eras sólo mía;
¡fuiste mi primer amor!
Si alguien te hacía algún daño,
sufría las consecuencias.
Te juro que así fue”.

4-5 »Escúchenme, israelitas:

“Yo no traté mal a sus antepasados,
sin embargo, ellos se alejaron de mí.
Adoraron a ídolos inútiles,
y ellos mismos se volvieron inútiles.
Jamás preguntaron por mí,
a pesar de que fui yo
quien los liberó de Egipto,
quien los llevó por el desierto,
por un terreno seco y peligroso,
donde nadie pasa y donde nadie vive.
Fui yo quien los trajo a esta buena tierra,
donde hay comida en abundancia.
Pero llegaron ustedes y todo lo ensuciaron;
¡convirtieron mi tierra en un lugar asqueroso!

”Los sacerdotes nunca preguntaron por mí,
los maestros de Biblia jamás me conocieron,
los dirigentes pecaron contra mí,
y los profetas no hablaron en mi nombre.
Todos ellos siguieron a otros dioses
que no sirven para nada,
y en nombre de ellos hablaron.

”Por eso, a ustedes,
a sus hijos y a sus nietos,
los voy a llevar ante los jueces.
Les juro que así lo haré.

10 ”Envíen mensajeros
al desierto de Arabia,
o a las islas del Mediterráneo,
para que se fijen y averigüen
si alguna vez pasó algo parecido.
11 Jamás he conocido a una nación
que haya abandonado a sus dioses,
aun cuando sus dioses sean falsos.
Pero ustedes me cambiaron a mí,
que soy el Dios verdadero y glorioso,
por dioses que no sirven para nada.
12 El universo entero se sorprende
y tiembla de espanto.
Les juro que esto es así.

13-18 ”Ustedes, pueblo mío,
cometieron dos pecados:
me abandonaron a mí,
que soy para ustedes una fuente
de agua que les da vida,
y se hicieron sus propios estanques,
que no retienen el agua.
Yo era su guía,
pero ustedes me rechazaron.

”Israelitas,
¿qué ganan ahora con confiar
en el poder de Egipto
y en el poder de Asiria?
Ustedes son libres;
¡no nacieron siendo esclavos!
¿Por qué ahora los tratan así?

”¡Los soldados de Menfis y Tafnes
han acabado con sus gobernantes!
¡Lanzan rugidos, como leones,
y destruyen el país!
¡Han quemado las ciudades,
y ya nadie vive en ellas!

19 ”Sus propias rebeliones y maldades
demuestran que ustedes son culpables.
Pónganse a pensar, y reconozcan
lo malo y triste que es abandonarme
y no obedecerme.
Les juro que esto es así.

20 ”Hace ya mucho tiempo
que ustedes me abandonaron;
rompieron los lazos que nos unían,
y se negaron a adorarme.
Me traicionaron,
pues en lo alto de las colinas
y bajo todo árbol frondoso,
se entregaron a otros dioses.
21-22 Tan grande es la mancha de su pecado
que ni el mejor jabón del mundo
podrá quitarles esa mancha.

”Yo los he cuidado
como se cuida al mejor viñedo.
Sus antepasados me obedecieron,
pero ustedes son tan rebeldes,
que son como un viñedo
que sólo produce uvas podridas.
Les aseguro que esto es así.

23-24 ”¿Cómo se atreven a decir
que no han pecado
ni han adorado a dioses falsos?
¡Miren cómo se portaron
en el valle de Ben-hinom!
¡Admitan todo lo que han hecho!
Son como una burra en celo
cuando anda en busca del macho:
se pone a olfatear el viento,
y en cuanto corre al monte
nadie la puede frenar.
Si el macho la busca,
fácilmente la encuentra.

25-26 ”Ustedes están empeñados
en seguir adorando a dioses extraños,
pero su terquedad los hará sufrir.
Por eso andan descalzos
y muriéndose de sed.
Ustedes y sus autoridades
quedarán avergonzados,
como el ladrón cuando es sorprendido.

27 ”Ustedes, israelitas,
llaman ‘padre’ a un pedazo de madera;
¡llaman ‘madre’ a una piedra!
Me dan la espalda
y no me miran a la cara,
pero en cuanto están en peligro
gritan pidiéndome ayuda.

28 ”¿Y dónde están esos dioses
que ustedes mismos se fabricaron?
¡Que vengan ellos a salvarlos
cuando se encuentren en peligro!
¡Al fin y al cabo,
ustedes tienen más dioses que ciudades!
29 ¡Por qué me acusan,
si todos ustedes me rechazan!
Les juro que es así.

30 ”No tiene caso castigar a sus hijos,
pues no aceptan mis correcciones.
¡Todos ustedes, como leones feroces,
mataron a mis profetas!
31 Pero escúchenme bien
todos los que están presentes:
¡yo no he sido cruel con ustedes
como el ardiente desierto,
ni como la terrible oscuridad de una cueva!
¿Entonces, por qué me dicen
que van a hacer lo que quieran,
y que no volverán a adorarme?
32 No hay novia que se olvide
de su vestido ni de sus joyas,
¡pero ustedes, que son mi pueblo,
hace mucho que se olvidaron de mí!

33 ”Y tú, Judá, eres muy hábil
para conseguirte amantes.
¡De ti aprenden hasta las prostitutas!
34 Tus vestidos están manchados
con la sangre de pobres e inocentes.
Y a pesar de que nunca los viste
cometer ningún delito,
35 todavía te atreves a decir
que no has pecado,
y que yo no estoy enojado contigo.
¡Pues voy a llevarte ante los jueces
por insistir en que eres inocente!
36 Tú cambias de opinión
con mucha facilidad;
pero Egipto te abandonará
como antes te abandonó Asiria.
37 Yo mismo he rechazado
a esos que llamas tus amigos.
Así que volverás de Egipto
derrotada y llena de vergüenza,
¡y de nada te servirá su ayuda!”»

Jehová y la apostasía de Israel

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová.

Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.

Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10 Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. 11 ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12 Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. 13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

14 ¿Es Israel siervo? ¿Es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? 15 Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador. 16 Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. 17 ¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? 18 Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Éufrates? 19 Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

20 Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. 21 Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? 22 Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. 23 ¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, 24 asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán. 25 Guarda tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir.

26 Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, 27 que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado. Porque me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su calamidad dicen: Levántate, y líbranos. 28 ¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses.

29 ¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. 30 En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador. 31 ¡Oh generación! atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? 32 ¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.

33 ¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos. 34 Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: 35 Soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado. 36 ¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. 37 También de allí saldrás con tus manos sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás por ellos.