Add parallel Print Page Options

Entonces Dios les contestó:

«Israelitas, si piensan volver,
dejen de pecar.
Desháganse de esos ídolos asquerosos,
y no se aparten de mí.
Cuando juren en mi nombre,
sean sinceros y justos
conmigo y con los demás.
Así, por amor a ustedes
bendeciré a todas las naciones,
y ellas me cantarán alabanzas».

Peligro en el norte

3-4 Dios les dijo a los habitantes de Judá y de Jerusalén:

«Preparen su corazón
para recibir mi mensaje.
Cumplan el pacto que hice con ustedes,
pero cúmplanlo en verdad.
Mi mensaje es como una semilla;
¡no la siembren entre espinos!
Si siguen haciendo lo malo,
mi enojo se encenderá como un fuego
y nadie podrá apagarlo.

»¡Anuncien esto a gritos
en Judá y en todo Jerusalén!
¡Hagan sonar la trompeta por todo el país!
¡Avisen a la gente
que corra a protegerse
dentro de las ciudades amuralladas!
¡Vamos, no pierdan tiempo!
¡Corran y pónganse a salvo!
¡Agiten la bandera
en dirección a Jerusalén!

»Yo estoy por mandar desde el norte
la más terrible destrucción.
Ya está en marcha un ejército.
Ha salido para destruir naciones,
y también destruirá su país.
Los atacará como si fuera un león
que sale de su cueva.
Las ciudades quedarán en ruinas,
y nadie podrá vivir en ellas.
Vístanse con ropa vieja y áspera,
y lloren y griten de dolor,
porque yo sigo enojado con ustedes.

»Cuando llegue ese día,
el rey y los gobernantes
se asustarán y temblarán de miedo
y también los sacerdotes y los profetas.
Les juro que así será».

10 Yo, Jeremías, dije:

«Poderoso Dios de Israel,
¿por qué has engañado
a los que viven en Jerusalén?
¿Por qué les prometiste
que vivirían en paz,
cuando en realidad viven
en constante peligro de muerte?»

11 Y Dios contestó:

«Cuando llegue el día del castigo,
se le dirá a este pueblo de Jerusalén:
“Desde los áridos cerros del desierto
sopla un viento muy caluroso,
y se dirige a Jerusalén,
la capital de nuestro pueblo”.
No se tratará de la suave brisa
que limpia de paja el trigo;
12 el viento que yo haré soplar
será mucho más fuerte.
Ahora mismo dictaré
sentencia contra ellos.

13 »Entonces dirán los israelitas:

“¡Miren cómo avanza el enemigo!
¡Parece el nubarrón de una tormenta!
Sus carros y sus caballos de guerra
son más veloces que las águilas;
¡hasta parecen un huracán!
¿Qué será de nosotros?
¡No tenemos escapatoria!”

14 »Pero yo responderé:

“Jerusalén, todavía puedes salvarte.
Sólo tienes que quitarte de la mente
todos esos malos pensamientos.
¿Hasta cuándo vas a dejar
que esos pensamientos te dominen?”

15 »Ya se anuncia la desgracia
desde la ciudad de Dan
y desde los montes de Efraín.
16 Avisen a las naciones,
y adviértanle también a Jerusalén,
que de una tierra lejana
vienen los invasores.
Lanzan gritos de guerra
contra las ciudades de Judá,
17 y las rodearán por completo,
porque ellas se rebelaron contra mí.
Les juro que así será.

18 »Jerusalén, todo esto te pasa
por tu mal comportamiento.
Tu desgracia es tan amarga,
que te hiere el corazón».

Queja de Jeremías

19 «¡No aguanto más este dolor!
¡Mi corazón está por estallar!
¡Estoy tan agitado
que no puedo quedarme callado!
Ya escucho el sonido de la trompeta;
ya oigo los gritos de batalla.
20 Tras un desastre viene otro,
y el país va quedando en ruinas.
De repente me he quedado sin casa,
pues mis campamentos fueron destruidos.
21 Sólo veo banderas enemigas
y escucho sus trompetas victoriosas.
¿Hasta cuándo tendré que soportarlo?

22 »Dios dice que no lo conocemos;
que somos hijos necios
que no entendemos nada;
que somos hábiles para hacer lo malo,
pero incapaces de hacer lo bueno.

23 »Veo la tierra:
no tiene forma ni vida;
miro el cielo, y todo es oscuridad.
24 Las montañas tiemblan,
las colinas se estremecen.
25 Me fijo, y no veo a nadie;
todas las aves del cielo se han ido.
26 La tierra que antes era fértil
ahora parece un desierto.
¡Todas las ciudades están en ruinas!
Dios, en su terrible enojo,
hizo que todo esto sucediera».

Destrucción de Jerusalén

27 Dios dice:

«Toda la nación será destruida,
pero no la destruiré por completo.
28 Todo el país se pondrá muy triste,
y el cielo se cubrirá de tinieblas.
Ya he tomado una decisión,
y no voy a cambiarla;
ya lo he resuelto,
y no pienso dar marcha atrás.

29 »Cuando escuchen el ruido
de los soldados y sus caballos,
toda la gente saldrá corriendo;
algunos se meterán en el monte,
otros treparán por las rocas,
y todas las ciudades quedarán abandonadas.
¡No quedará en ellas un solo habitante!

30 »¿En qué piensan ustedes,
habitantes de Jerusalén?
Su ciudad está en ruinas,
y ustedes la visten con ropa fina.
¿Para qué le ponen joyas de oro?
¿Para qué la maquillan,
si Egipto y Asiria la han traicionado
y lo único que buscan es su muerte?»

Habla el profeta

31 «Escucho gritos de dolor.
¿Será acaso una mujer
dando a luz por primera vez?
No, no es eso;
son los gritos de Jerusalén
que ya no puede respirar,
y a gritos pide ayuda.
Con los brazos extendidos, dice:
“¡Me estoy muriendo!
¡He caído en manos de asesinos!”»

Si te volvieres, oh Israel, dice Jehová, vuélvete a mí. Y si quitares de delante de mí tus abominaciones, y no anduvieres de acá para allá, y jurares: Vive Jehová, en verdad, en juicio y en justicia, entonces las naciones serán benditas en él, y en él se gloriarán. Porque así dice Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros,(A) y no sembréis entre espinos. Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien la apague, por la maldad de vuestras obras.

Judá es amenazada de invasión

Anunciad en Judá, y proclamad en Jerusalén, y decid: Tocad trompeta en la tierra; pregonad, juntaos, y decid: Reuníos, y entrémonos en las ciudades fortificadas. Alzad bandera en Sion, huid, no os detengáis; porque yo hago venir mal del norte, y quebrantamiento grande. El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación; tus ciudades quedarán asoladas y sin morador. Por esto vestíos de cilicio, endechad y aullad; porque la ira de Jehová no se ha apartado de nosotros.

En aquel día, dice Jehová, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas. 10 Y dije: ¡Ay, ay, Jehová Dios! Verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Paz tendréis; pues la espada ha venido hasta el alma.

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Viento seco de las alturas del desierto vino a la hija de mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar. 12 Viento más vehemente que este vendrá a mí; y ahora yo pronunciaré juicios contra ellos.

13 He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque entregados somos a despojo! 14 Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad? 15 Porque una voz trae las nuevas desde Dan, y hace oír la calamidad desde el monte de Efraín. 16 Decid a las naciones: He aquí, haced oír sobre Jerusalén: Guardas vienen de tierra lejana, y lanzarán su voz contra las ciudades de Judá. 17 Como guardas de campo estuvieron en derredor de ella, porque se rebeló contra mí, dice Jehová. 18 Tu camino y tus obras te hicieron esto; esta es tu maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón.

19 ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra. 20 Quebrantamiento sobre quebrantamiento es anunciado; porque toda la tierra es destruida; de repente son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas. 21 ¿Hasta cuándo he de ver bandera, he de oír sonido de trompeta? 22 Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y no son entendidos; sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no supieron.

23 Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y a los cielos, y no había en ellos luz. 24 Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. 25 Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. 26 Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira.

27 Porque así dijo Jehová: Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré del todo. 28 Por esto se enlutará la tierra, y los cielos arriba se oscurecerán, porque hablé, lo pensé, y no me arrepentí, ni desistiré de ello. 29 Al estruendo de la gente de a caballo y de los flecheros huyó toda la ciudad; entraron en las espesuras de los bosques, y subieron a los peñascos; todas las ciudades fueron abandonadas, y no quedó en ellas morador alguno. 30 Y tú, destruida, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro, aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; te menospreciarán tus amantes, buscarán tu vida. 31 Porque oí una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sion que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya a causa de los asesinos.