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haré con este Templo lo mismo que hice con Siló, y convertiré esta ciudad en fórmula de maldición para todas las naciones de la tierra.

Los sacerdotes, los profetas y toda la gente escucharon este discurso de Jeremías en el Templo del Señor. Cuando Jeremías terminó de transmitir todo lo que el Señor le había ordenado decir al pueblo, los sacerdotes y profetas lo detuvieron y le dijeron:

— Eres reo de muerte.

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