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si con fidelidad, justicia y rectitud
    juras: “Por la vida del Señor”,
entonces “en él serán benditas las naciones,
    y en él se gloriarán”».

Así dice el Señor
    a los habitantes de Judá y de Jerusalén:
«Abrid surcos en terrenos no labrados,
    y no sembréis entre espinos.
Habitantes de Judá y de Jerusalén,
    marcad vuestro corazón con la señal del pacto:
    circuncidaos para honrar al Señor,
no sea que por la maldad de vuestras obras
    mi furor se encienda como el fuego
    y arda sin que nadie pueda apagarlo.

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