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Señor, lo que tú buscas es gente sincera.
Los castigaste, pero no les dolió;
los arruinaste, pero no quisieron aprender.
Tercos, más duros que la piedra,
no quisieron volver al buen camino.
Yo pensé:
Sólo los pobres se comportan como tontos,
porque no saben lo que el Señor quiere,
lo que su Dios ordena.
Me dirigiré a la gente importante
y les hablaré.
Ellos, sin duda, sabrán lo que el Señor quiere,
lo que su Dios ordena.
Pero todos se habían rebelado contra Dios,
se habían negado a obedecerle.

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