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17 Dios volvió a decirles a los israelitas:

«¡Voy a enviarles serpientes venenosas!
Cuando los muerdan,
ni la magia podrá salvarlos».

Jeremías sufre por su pueblo

Entonces yo, Jeremías, dije:

18 «Estoy tan triste
que no me quedan ganas de vivir.
19 Por todos los rincones del país
mi pueblo llora y exclama:
“Nuestro Dios nos ha abandonado;
ya no está en Jerusalén”».

Dios respondió:

«¿Por qué me hacen enojar los israelitas
con sus dioses inútiles y extraños?»

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