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Entonces, ¿por qué este pueblo sigue alejándose de mí?
    ¿Por qué Jerusalén siempre está alejándose de mí?
Se creen sus propias mentiras;
    no quieren volver a mí.
He escuchado con atención;
    lo que ellos dicen no es cierto.
No hay ni uno que se arrepienta de su maldad y diga:
    “¿Qué es lo que he hecho?”
Todos ellos siguen su propia carrera,
    como caballo que se lanza a la batalla.
Hasta la cigüeña en el cielo
    conoce sus estaciones;
la tórtola, la golondrina y la grulla
    saben cuándo es hora de emigrar.
Pero mi pueblo no presta atención
    lo que el SEÑOR manda.

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