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[a]Quién me diera que mi cabeza se hiciera agua,
y mis ojos fuente de lágrimas,
para que yo llorara día y noche(A)
por los muertos de la hija de mi pueblo(B).
[b]Quién me diera en el desierto
un albergue de caminantes,
para dejar a mi pueblo
y alejarme de ellos(C).
Porque todos ellos son adúlteros(D),
una asamblea de traidores(E).
Tensan su lengua como su arco;
la mentira y no la verdad[c](F) prevalece en la tierra;
porque de mal en mal proceden(G),
y a mí no me conocen(H) —declara el Señor.
Guárdese cada uno de su prójimo(I),
y no confíe en ningún hermano(J);
porque todo hermano obra con engaño[d](K),
y todo prójimo anda calumniando(L).
Cada uno engaña a su prójimo,
y no habla la verdad,
han enseñado sus lenguas a hablar mentiras(M);
se afanan(N) por cometer iniquidad.
Tu morada está en medio del engaño(O);
por causa del engaño rehúsan conocerme(P) —declara el Señor.

Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos:

He aquí, los refinaré y los probaré(Q),
porque ¿qué más puedo hacer(R) con la hija de mi pueblo?
Saeta mortífera es su lengua,
engaño habla(S);
con su boca habla cada uno de paz a su prójimo(T),
pero dentro de sí le tiende emboscada(U).
Por estas cosas ¿no los castigaré? —declara el Señor.
De una nación como esta
¿no se vengará mi alma(V)?

Amenaza de ruina y destierro

10 Alzad[e] por los montes lloro y lamentación(W),
y una elegía por los pastos del desierto(X),
porque han sido desolados; nadie pasa por ellos(Y),
ni se oye el bramido del ganado;
desde las aves del cielo hasta las bestias han huido, se han ido(Z).
11 Haré de Jerusalén un montón de ruinas(AA),
una guarida de chacales(AB),
y de las ciudades de Judá una desolación, sin habitante(AC).

12 ¿Quién es el hombre sabio que entienda esto(AD)? ¿A quién ha hablado la boca del Señor(AE) que pueda declararlo? ¿Por qué está arruinado el país, desolado como un desierto(AF) sin que nadie pase por él? 13 Respondió el Señor: Porque han abandonado mi ley que puse delante de ellos, y no han obedecido mi voz ni andado conforme a ella(AG), 14 sino que han andado tras la terquedad de sus corazones(AH) y tras los baales(AI), tal como sus padres les enseñaron(AJ). 15 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo daré de comer(AK) ajenjo a este pueblo y le daré de beber agua envenenada(AL). 16 Los esparciré entre naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres(AM), y enviaré tras ellos la espada hasta aniquilarlos(AN).

17 Así dice el Señor de los ejércitos:

Considerad, llamad a las plañideras, que vengan(AO);
enviad por las más hábiles, que vengan(AP),
18 que se apresuren y eleven una lamentación por nosotros,
para que derramen lágrimas nuestros ojos
y fluya agua de nuestros párpados(AQ).
19 Porque voz de lamentación(AR) se oye desde Sión:
«¡Cómo hemos sido arrasados(AS)!
En gran manera estamos avergonzados,
porque tenemos que abandonar la tierra(AT),
porque han derribado nuestras moradas».
20 Oíd, pues, mujeres, la palabra del Señor,
y reciba vuestro oído la palabra de su boca;
enseñad la lamentación a vuestras hijas(AU)
y la endecha cada una a su vecina.
21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas,
ha entrado en nuestros palacios,
exterminando a los niños(AV) de las calles,
a los jóvenes(AW) de las plazas.

22 Di: Así declara el Señor:

«Los cadáveres de los hombres caerán
como estiércol sobre la faz del campo,
y como gavillas tras el segador,
y no habrá quien las recoja(AX)».

23 Así dice el Señor:

No se gloríe el sabio de su sabiduría(AY),
ni se gloríe el poderoso de su poder(AZ),
ni el rico se gloríe de su riqueza(BA);
24 mas el que se gloríe, gloríese de esto:
de que me entiende y me conoce(BB),
pues yo soy el Señor que hago misericordia(BC),
derecho y justicia en la tierra,
porque en estas cosas me complazco(BD) —declara el Señor.

25 He aquí, vienen días —declara el Señor— en que castigaré a todo el que esté circuncidado solo en la carne[f](BE): 26 a Egipto, a Judá, a los hijos de Amón, a Moab y a todos los que se rapan las sienes(BF), a los que habitan en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón(BG).

Footnotes

  1. Jeremías 9:1 En el texto heb., cap. 8:23
  2. Jeremías 9:2 En el texto heb., cap. 9:1
  3. Jeremías 9:3 Lit., fidelidad
  4. Jeremías 9:4 I.e., como Jacob (juego de palabras)
  5. Jeremías 9:10 Así en la versión gr. (sept.); en el T.M., Alzaré
  6. Jeremías 9:25 Lit., en el prepucio

¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores. Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová.

Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando. Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente. Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová.

Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los refinaré y los probaré; porque ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo? Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas. ¿No los he de castigar por estas cosas? dice Jehová. De tal nación, ¿no se vengará mi alma?

10 Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase, ni oírse bramido de ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron, y se fueron. 11 Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador.

Amenaza de ruina y exilio

12 ¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? 13 Dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella; 14 antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres. 15 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel. 16 Y los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe.

17 Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; buscad a las hábiles en su oficio; 18 y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas. 19 Porque de Sion fue oída voz de endecha: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados, porque abandonamos la tierra, porque han destruido nuestras moradas.

20 Oíd, pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca: Enseñad endechas a vuestras hijas, y lamentación cada una a su amiga. 21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, para exterminar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas. 22 Habla: Así ha dicho Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.

El conocimiento de Dios es la gloria del hombre

23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme,(A) que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

25 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; 26 a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.

¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial
    y mis ojos una fuente de lágrimas,
para llorar de día y de noche
    por los muertos de mi pueblo!
¡Ojalá tuviera yo en el desierto
    una posada junto al camino!
Abandonaría a mi pueblo
    y me alejaría de ellos.
Porque todos ellos son adúlteros,
    son una banda de traidores.

«Tensan su lengua como un arco;
    en el país prevalece la mentira, no la verdad,
porque van de mal en peor
    y a mí no me conocen»,
    afirma el Señor.
«Cuídese cada uno de su amigo,
    no confíe ni siquiera en el hermano,
porque todo hermano engaña
    y todo amigo calumnia.
Se engañan unos a otros;
    no se hablan con la verdad.
Han enseñado a sus lenguas a mentir
    y pecan hasta el cansancio.
Tú, Jeremías, vives en medio de engañadores,
    que por su engaño no quieren reconocerme»,
    afirma el Señor.

Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos:

«Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba.
    ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
Su lengua es una flecha mortífera,
    su boca solo sabe engañar;
hablan cordialmente con su amigo,
    mientras en su interior le tienden una trampa.
¿Y no los he de castigar por esto?
    ¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?»,
    afirma el Señor.

10 Lloraré y gemiré por los montes,
    me lamentaré por los prados del desierto,
porque están desolados:
    ya nadie los transita
    ni se escuchan los mugidos del ganado.
Desde las aves del cielo hasta los animales del campo,
    todos han huido.

11 «Convertiré a Jerusalén en un montón de ruinas,
    en una guarida de chacales.
Convertiré en ruinas las ciudades de Judá;
    ¡las dejaré sin habitantes!».

12 ¿Quién es tan sabio como para entender esto? ¿A quién habló el Señor para que lo anuncie? ¿Por qué está arruinado el país, desolado como un desierto por el que nadie pasa?

13 El Señor dice: «Porque ellos abandonaron la Ley que yo les entregué; no me obedecieron ni vivieron conforme a ella. 14 Siguieron la terquedad de su corazón; se fueron tras los baales, como les habían enseñado sus antepasados». 15 Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «A este pueblo le daré a comer alimentos amargos y a beber agua envenenada. 16 Los dispersaré entre naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron; los perseguiré con espada hasta aniquilarlos».

17 Así dice el Señor de los Ejércitos:

«¡Presten atención! Llamen a las plañideras.
    Que vengan las más hábiles.
18 Que se den prisa,
    que hagan lamentación por nosotros.
Nuestros ojos se inundarán de lágrimas
    y brotará de nuestros párpados el llanto.
19 Desde Sión se escuchan quejidos y lamentos:
    “Hemos sido devastados;
    nos han avergonzado por completo.
Tenemos que abandonar nuestra tierra,
    porque han derribado nuestras casas”».

20 Escuchen, mujeres, la palabra del Señor;
    reciban sus oídos la palabra de su boca.
Enseñen a sus hijas a entonar endechas;
    que unas a otras se enseñen este lamento:
21 «La muerte se ha metido por nuestras ventanas,
    ha entrado en nuestros palacios;
ha eliminado en las calles a los niños
    y en las plazas a los jóvenes».

22 Habla: «Así dice el Señor:

»“Yacen tendidos los cadáveres
    como estiércol sobre los campos,
como gavillas que caen tras el segador,
    sin que nadie las recoja”».

23 Así dice el Señor:

«Que no se gloríe el sabio de su sabiduría,
    ni el poderoso de su poder,
    ni el rico de su riqueza.
24 Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme
    y de comprender que yo soy el Señor,
que actúo en la tierra con gran amor,
    derecho y justicia,
    pues es lo que a mí me agrada»,
    afirma el Señor.

25 «Vienen días —afirma el Señor—, en que castigaré al que haya sido circuncidado solo del prepucio: 26 castigaré a Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab; también, a todos los que viven en el desierto y se rapan las sienes. Todas las naciones son incircuncisas, pero el pueblo de Israel es incircunciso de corazón».