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Segunda respuesta de Job a Elifaz

16 Y Job le respondió:

«¡Ya he escuchado esto muchas veces!
¡Valiente consuelo me resultan sus palabras!
¿No tienen fin sus palabras huecas?
¿Qué los lleva a no dejar de hablar?
Si ustedes estuvieran en mi lugar,
¡también yo les hablaría del mismo modo!
Les lanzaría fuertes acusaciones,
y me burlaría de ustedes y les haría muecas.
Pero si yo estuviera en su lugar, les daría ánimo
y con palabras de consuelo mitigaría su dolor.

»Si hablo, mi sufrimiento aumenta;
si guardo silencio, el dolor no me abandona.
Tú, Dios mío, has acabado con mis fuerzas;
¡me has dejado completamente abandonado!
Testigo de ello es mi piel reseca;
mi rostro lleno de arrugas delata mi dolor.
Tú, Dios mío, me persigues con encono;
como fiera, rechinas los dientes contra mí.
¡Me clavas la mirada, como un enemigo!

10 »Mis enemigos se ponen de acuerdo,
y hablan contra mí y me dan de bofetadas;
todos a una me humillan y me golpean.
11 Tú, Dios mío, me has abandonado;
¡me has dejado caer en manos de gente malvada!
12 Yo era un hombre de bien, y me arruinaste;
me tomaste por el cuello y me sacudiste;
¡me pusiste como blanco de tus ataques!
13 Tus arqueros me rodearon,
y sin compasión me horadaron los riñones,
y la hiel se derramó por el suelo.
14 Tú, Dios mío, me heriste una y otra vez;
me atacaste con la saña de un guerrero.
15 Cubrí con ropa áspera mi cuerpo,
y humillado me postré hasta el suelo.
16 Tengo la cara hinchada de tanto llorar,
y en mis ojos pueden verse grandes ojeras,
17 aun cuando no he cometido actos violentos
y a Dios dirijo oraciones sinceras.

18 »¡Tierra, no te bebas mi sangre!
¡No dejes impune mi dolor!
19 Pongo por testigo al que habita en los cielos;
el que está en las alturas es mi defensor.
20 Si mis amigos disputan contra mí,
yo espero que Dios escuche mi llanto.
21 ¡Cómo quisiera yo discutir con Dios,
como lo hacemos con nuestros semejantes!
22 Pero tengo contados los días,
y voy camino al sepulcro, del cual no volveré.

Job se queja contra Dios

16 Respondió Job, y dijo:

Muchas veces he oído cosas como estas;

Consoladores molestos sois todos vosotros.

¿Tendrán fin las palabras vacías?

¿O qué te anima a responder?

También yo podría hablar como vosotros,

Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía;

Yo podría hilvanar contra vosotros palabras,

Y sobre vosotros mover mi cabeza.

Pero yo os alentaría con mis palabras,

Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.

Si hablo, mi dolor no cesa;

Y si dejo de hablar, no se aparta de mí.

Pero ahora tú me has fatigado;

Has asolado toda mi compañía.

Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura,

Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

Su furor me despedazó, y me ha sido contrario;

Crujió sus dientes contra mí;

Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.

10 Abrieron contra mí su boca;

Hirieron mis mejillas con afrenta;

Contra mí se juntaron todos.

11 Me ha entregado Dios al mentiroso,

Y en las manos de los impíos me hizo caer.

12 Próspero estaba, y me desmenuzó;

Me arrebató por la cerviz y me despedazó,

Y me puso por blanco suyo.

13 Me rodearon sus flecheros,

Partió mis riñones, y no perdonó;

Mi hiel derramó por tierra.

14 Me quebrantó de quebranto en quebranto;

Corrió contra mí como un gigante.

15 Cosí cilicio sobre mi piel,

Y puse mi cabeza en el polvo.

16 Mi rostro está inflamado con el lloro,

Y mis párpados entenebrecidos,

17 A pesar de no haber iniquidad en mis manos,

Y de haber sido mi oración pura.

18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre,

Y no haya lugar para mi clamor.

19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo,

Y mi testimonio en las alturas.

20 Disputadores son mis amigos;

Mas ante Dios derramaré mis lágrimas.

21 ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios,

Como con su prójimo!

22 Mas los años contados vendrán,

Y yo iré por el camino de donde no volveré.