²⁹ Cuando está quieto, ¿quién puede condenarlo?;
Y cuando esconde Su rostro, ¿quién puede contemplarlo?;
Esto es, tanto nación como hombre,

¹⁶ Oí, y se estremecieron mis entrañas^(A);
A Tu voz temblaron mis labios.
Entra podredumbre en mis huesos^(B),
Y tiemblo donde estoy.
Tranquilo espero el día de la angustia^(C),
Al pueblo que se levantará para invadirnos^(D).