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18 Ni aun sus servidores celestiales
merecen toda su confianza.
Si hasta en sus ángeles encuentra Dios defectos,
19 ¡cuánto más en el hombre, ser tan débil
como una casa de barro construida sobre el polvo,
y que puede ser aplastado como la polilla!
20 Entre la mañana y la tarde es destruido;
muere para siempre, y a nadie le importa.

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18 He aquí, en sus siervos no confía,

Y notó necedad en sus ángeles;

19 ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro,

Cuyos cimientos están en el polvo,

Y que serán quebrantados por la polilla!

20 De la mañana a la tarde son destruidos,

Y se pierden para siempre, sin haber quien repare en ello.

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