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Segundo discurso de Job: respuesta a Elifaz

Entonces Job habló de nuevo:

«Si se pudiera pesar mi sufrimiento
    y poner mis problemas en la balanza,
pesarían más que toda la arena del mar.
    Por eso hablé impulsivamente.
Pues el Todopoderoso me ha derribado con sus flechas;
    y el veneno de ellas infecta mi espíritu.
    Los terrores de Dios están alineados contra mí.
¿Acaso no tengo derecho a quejarme?
    ¿No rebuznan los burros salvajes cuando no encuentran hierba
    y mugen los bueyes cuando no tienen qué comer?
¿No se queja la gente cuando a la comida le falta sal?
    ¿Hay alguien que desee comer la insípida clara del huevo[a]?
Cuando la miro, mi apetito desaparece;
    ¡solo pensar en comerla me da asco!

»¡Ah, que se otorgara mi petición!
    ¡Que Dios me concediera mi deseo!
Quisiera que él me aplastara,
    quisiera que extendiera su mano y me matara.
10 Al menos puedo consolarme con esto:
    a pesar del dolor,
    no he negado las palabras del Santo;
11 pero no tengo fuerzas para seguir,
    no tengo nada por lo cual vivir.
12 ¿Tengo yo la fuerza de una roca?
    ¿Está mi cuerpo hecho de bronce?
13 No, estoy desamparado por completo,
    sin ninguna oportunidad de salir adelante.

14 »Uno debería ser compasivo con un amigo abatido,
    pero tú me acusas sin ningún temor del Todopoderoso.[b]
15 Hermanos míos, han demostrado ser tan poco confiables como un arroyo de temporada
    que desborda su cauce en la primavera,
16     cuando crece por el hielo y por la nieve derretida;
17 pero en la estación cálida, el agua desaparece
    y el arroyo se desvanece en el calor.
18 Las caravanas se desvían de su ruta para refrescarse,
    pero no hay nada para beber y por eso mueren.
19 Las caravanas de Temán van en busca de esta agua;
    los viajeros de Saba esperan encontrarla.
20 Confían que esté pero se decepcionan;
    cuando llegan, sus esperanzas se desvanecen.
21 Tampoco ustedes han sido de ayuda;
    han visto mi calamidad y les da miedo.
22 Pero ¿por qué? ¿Alguna vez les he pedido que me regalen algo?
    ¿Les he suplicado que me den algo suyo?
23 ¿Les he pedido que me rescaten de mis enemigos
    o que me salven de personas despiadadas?
24 Enséñenme, y me quedaré callado;
    muéstrenme en qué me equivoqué.
25 Las palabras sinceras pueden causar dolor,
    pero ¿de qué sirven sus críticas?
26 ¿Creen que sus palabras son convincentes
    cuando ignoran mi grito de desesperación?
27 Ustedes hasta serían capaces de enviar a un huérfano a la esclavitud[c]
    o de vender a un amigo.
28 ¡Mírenme!
    ¿Les mentiría en su propia cara?
29 Dejen de suponer que soy culpable,
    porque no he hecho nada malo.
30 ¿Piensan que estoy mintiendo?
    ¿Acaso no conozco la diferencia entre el bien y el mal?

Footnotes

  1. 6:6 O desee tomar el insípido jugo de la planta malva?
  2. 6:14 O abatido, / o él podría perder su temor del Todopoderoso.
  3. 6:27 En hebreo hasta echarían suertes sobre un huérfano.

Job reprocha la actitud de sus amigos

Respondió entonces Job, y dijo:

¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento,

Y se alzasen igualmente en balanza!

Porque pesarían ahora más que la arena del mar;

Por eso mis palabras han sido precipitadas.

Porque las saetas del Todopoderoso están en mí,

Cuyo veneno bebe mi espíritu;

Y terrores de Dios me combaten.

¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba?

¿Muge el buey junto a su pasto?

¿Se comerá lo desabrido sin sal?

¿Habrá gusto en la clara del huevo?

Las cosas que mi alma no quería tocar,

Son ahora mi alimento.

¡Quién me diera que viniese mi petición,

Y que me otorgase Dios lo que anhelo,

Y que agradara a Dios quebrantarme;

Que soltara su mano, y acabara conmigo!

10 Sería aún mi consuelo,

Si me asaltase con dolor sin dar más tregua,

Que yo no he escondido las palabras del Santo.

11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún?

¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?

12 ¿Es mi fuerza la de las piedras,

O es mi carne de bronce?

13 ¿No es así que ni aun a mí mismo me puedo valer,

Y que todo auxilio me ha faltado?

14 El atribulado es consolado por su compañero;

Aun aquel que abandona el temor del Omnipotente.

15 Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente;

Pasan como corrientes impetuosas

16 Que están escondidas por la helada,

Y encubiertas por la nieve;

17 Que al tiempo del calor son deshechas,

Y al calentarse, desaparecen de su lugar;

18 Se apartan de la senda de su rumbo,

Van menguando, y se pierden.

19 Miraron los caminantes de Temán,

Los caminantes de Sabá esperaron en ellas;

20 Pero fueron avergonzados por su esperanza;

Porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.

21 Ahora ciertamente como ellas sois vosotros;

Pues habéis visto el tormento, y teméis.

22 ¿Os he dicho yo: Traedme,

Y pagad por mí de vuestra hacienda;

23 Libradme de la mano del opresor,

Y redimidme del poder de los violentos?

24 Enseñadme, y yo callaré;

Hacedme entender en qué he errado.

25 ¡Cuán eficaces son las palabras rectas!

Pero ¿qué reprende la censura vuestra?

26 ¿Pensáis censurar palabras,

Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

27 También os arrojáis sobre el huérfano,

Y caváis un hoyo para vuestro amigo.

28 Ahora, pues, si queréis, miradme,

Y ved si digo mentira delante de vosotros.

29 Volved ahora, y no haya iniquidad;

Volved aún a considerar mi justicia en esto.

30 ¿Hay iniquidad en mi lengua?

¿Acaso no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?