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Job reprocha la actitud de sus amigos

Respondió entonces Job y dijo:

«¡Ojalá pudieran pesarse mi queja y mi tormento,
y fueran igualmente puestos en la balanza!
Pesarían ahora más que la arena del mar.
Por eso mis palabras han sido precipitadas,
porque se me han clavado las flechas del Todopoderoso,
su veneno lo ha bebido mi espíritu
y los terrores de Dios combaten contra mí.
¿Acaso gime el asno montés si está junto a la hierba?
¿Acaso muge el buey cuando está junto a su pasto?
¿Acaso se come sin sal lo desabrido
o tiene sabor la clara del huevo?
Las cosas que yo ni siquiera quería tocar
son ahora mi alimento.

»¡Quién me concediera que se cumpliese mi petición,
que Dios me otorgara lo que anhelo:
que agradara a Dios destruirme,
que soltara su mano y acabara conmigo!
10 Sería entonces mi consuelo,
cuando el dolor me asaltara sin tregua,
no haber renegado de las palabras del Santo.
11 ¿Cuál es mi fuerza para seguir esperando?
¿Cuál es mi fin para seguir teniendo paciencia?
12 ¿Soy acaso tan fuerte como las piedras?
¿Es mi carne como el bronce?
13 ¿No es cierto que ni aun a mí mismo me puedo valer
y que carezco de todo auxilio?
14 El que sufre es consolado por su compañero,
incluso aquel que abandona el temor del Omnipotente.
15 Pero mis hermanos me han traicionado;
han pasado como un torrente,
como las corrientes impetuosas
16 que bajan turbias por el deshielo
y mezcladas con la nieve,
17 que al tiempo del calor se secan,
y al calentarse desaparecen en su cauce.
18 Los caminantes se apartan de su rumbo
y se pierden en el desierto.
19 Las buscan las caravanas de Temán,
y los caminantes de Sabá esperan en ellas;
20 pero se frustra su esperanza
al venir hasta ellas y verse defraudados.
21 Ahora, ciertamente como ellas sois vosotros,
pues habéis visto el horror y tenéis miedo.
22 ¿Es que yo os he dicho: “Traedme algo,
y pagad por mí de vuestra hacienda”,
23 o “Libradme de manos del opresor,
y redimidme del poder de los violentos”?

24 »Instruidme, y yo callaré;
hacedme entender en qué he errado.
25 ¡Cuán provechosas son las palabras rectas!
Pero ¿qué reprocha vuestra censura?
26 ¿Pretendéis censurar las palabras
y los discursos de un desesperado, que son como el viento?
27 Vosotros os arrojáis sobre el huérfano
y caváis una fosa para vuestro amigo.

28 »Ahora, pues, si queréis, miradme,
y ved si estoy mintiendo ante vosotros.
29 Consideradlo ahora de nuevo, y no haya maldad;
volved a considerar mi justicia en esto.
30 ¿Es que hay iniquidad en mi lengua,
o acaso no puede mi paladar discernir lo malo?

Job reprocha la actitud de sus amigos

Respondió entonces Job, y dijo:

¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento,

Y se alzasen igualmente en balanza!

Porque pesarían ahora más que la arena del mar;

Por eso mis palabras han sido precipitadas.

Porque las saetas del Todopoderoso están en mí,

Cuyo veneno bebe mi espíritu;

Y terrores de Dios me combaten.

¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba?

¿Muge el buey junto a su pasto?

¿Se comerá lo desabrido sin sal?

¿Habrá gusto en la clara del huevo?

Las cosas que mi alma no quería tocar,

Son ahora mi alimento.

¡Quién me diera que viniese mi petición,

Y que me otorgase Dios lo que anhelo,

Y que agradara a Dios quebrantarme;

Que soltara su mano, y acabara conmigo!

10 Sería aún mi consuelo,

Si me asaltase con dolor sin dar más tregua,

Que yo no he escondido las palabras del Santo.

11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún?

¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?

12 ¿Es mi fuerza la de las piedras,

O es mi carne de bronce?

13 ¿No es así que ni aun a mí mismo me puedo valer,

Y que todo auxilio me ha faltado?

14 El atribulado es consolado por su compañero;

Aun aquel que abandona el temor del Omnipotente.

15 Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente;

Pasan como corrientes impetuosas

16 Que están escondidas por la helada,

Y encubiertas por la nieve;

17 Que al tiempo del calor son deshechas,

Y al calentarse, desaparecen de su lugar;

18 Se apartan de la senda de su rumbo,

Van menguando, y se pierden.

19 Miraron los caminantes de Temán,

Los caminantes de Sabá esperaron en ellas;

20 Pero fueron avergonzados por su esperanza;

Porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.

21 Ahora ciertamente como ellas sois vosotros;

Pues habéis visto el tormento, y teméis.

22 ¿Os he dicho yo: Traedme,

Y pagad por mí de vuestra hacienda;

23 Libradme de la mano del opresor,

Y redimidme del poder de los violentos?

24 Enseñadme, y yo callaré;

Hacedme entender en qué he errado.

25 ¡Cuán eficaces son las palabras rectas!

Pero ¿qué reprende la censura vuestra?

26 ¿Pensáis censurar palabras,

Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

27 También os arrojáis sobre el huérfano,

Y caváis un hoyo para vuestro amigo.

28 Ahora, pues, si queréis, miradme,

Y ved si digo mentira delante de vosotros.

29 Volved ahora, y no haya iniquidad;

Volved aún a considerar mi justicia en esto.

30 ¿Hay iniquidad en mi lengua?

¿Acaso no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?