El portero le abre la puerta y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. Pero jamás seguirán a un desconocido; más bien, huirán de él porque no reconocen la voz del extraño.

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A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz; y él llama a las ovejas por su nombre, y las saca. Y una vez que ha sacado a todas sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo siguen, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de gente extraña.»

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