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Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer. El que no permanece en mí, será desechado como pámpano, y se secará; a éstos se les recoge y se les arroja al fuego, y allí arden.

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10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

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Jesús visita a Marta y a María

38 Mientras Jesús iba de camino, entró en una aldea, y una mujer llamada Marta, lo hospedó en su casa. 39 Marta tenía una hermana que se llamaba María,(A) la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía. 40 Pero Marta, que estaba ocupada con muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje trabajar sola? ¡Dile que me ayude!» 41 Jesús le respondió: «Marta, Marta, estás preocupada y aturdida con muchas cosas. 42 Pero una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará.»

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El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

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27 La unción que ustedes recibieron de él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe. Así como la unción misma les enseña todas las cosas, y es verdadera y no falsa, permanezcan en él, tal y como él les ha enseñado.

28 Y ahora, hijitos, permanezcan en él para que, cuando se manifieste, tengamos confianza, y cuando venga no nos alejemos de él avergonzados.

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Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no lo ha visto, ni lo ha conocido.

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