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Entonces oró Jonás a Jehová, su Dios, desde el vientre del pez, y dijo:

«Invoqué en mi angustia a Jehová,
y él me oyó;
desde el seno del seol clamé,
y mi voz oíste.
Me echaste a lo profundo,
en medio de los mares;
me envolvió la corriente.
Todas tus ondas y tus olas
pasaron sobre mí.
Entonces dije: “Desechado soy
de delante de tus ojos,
mas aún veré tu santo Templo.”
Las aguas me envolvieron hasta el alma,
me cercó el abismo,
el alga se enredó en mi cabeza.
Descendí a los cimientos de los montes.
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
mas tú sacaste mi vida de la sepultura,
Jehová, Dios mío.
Cuando mi alma desfallecía en mí,
me acordé de Jehová,
y mi oración llegó hasta ti,
hasta tu santo Templo.
Los que siguen vanidades ilusorias,
su fidelidad abandonan.
Mas yo, con voz de alabanza,
te ofreceré sacrificios;
cumpliré lo que te prometí.
¡La salvación viene de Jehová!»

10 Entonces Jehová dio orden al pez, el cual vomitó a Jonás en tierra.