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Pero a un desconocido no lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen su voz».

Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso, Jesús volvió a decirles: «Sí, yo soy la puerta de las ovejas.

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Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Jesús, el buen pastor

Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.

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