La promesa del Espíritu Santo

¹⁵ Si me amáis, guardaréis mis mandamientos^(A).

¹⁰ Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor^(A), así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre^(B) y permanezco en su amor.

²² y todo lo que pidamos lo recibimos de Él^(A), porque guardamos sus mandamientos^(B) y hacemos las cosas que son agradables delante de Él^(C).

²⁴ El que guarda sus mandamientos^(A) permanece en Él^(B) y Dios^[a] en él. Y en esto sabemos^(C) que Él permanece en nosotros^(D): por el Espíritu que nos ha dado.

³ Porque este es el amor de Dios^(A): que guardemos sus mandamientos^(B), y sus mandamientos no son gravosos^(C).

¹⁷ Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y salió para hacer guerra^(A) contra el resto de la descendencia de ella^(B), los que guardan los mandamientos de Dios^(C) y tienen el testimonio de Jesús^(D).

¹² Aquí está la perseverancia de los santos^(A) que guardan los mandamientos de Dios^(B) y la fe de^[a] Jesús^(C).