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Oración de Judit

Judit se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, se cubrió la cabeza con ceniza, y dejó al descubierto las ropas ásperas que llevaba puestas; y en el momento en que en el templo de Jerusalén se ofrecía el incienso de la tarde, Judit clamó en voz alta al Señor, y dijo: «Señor, Dios de mi antepasado Simeón, en cuyas manos pusiste la espada para castigar a esos extranjeros que forzaron y deshonraron a Dina, joven soltera a quien desnudaron para violarla, profanando su seno; a pesar de que tú habías prohibido hacer tales cosas, ellos lo hicieron. Por eso hiciste matar a los jefes de esa gente, y en la misma cama en que habían engañado a la muchacha, encontraron la muerte al ser engañados ellos mismos. Derribaste a los esclavos junto con los señores, y a los señores junto con sus tronos. Hiciste que sus mujeres cayeran en poder de otros, y que sus hijas fueran llevadas cautivas, y que sus posesiones fueran repartidas entre tus amados hijos, que llenos de celo por ti e indignados al ver deshonrada a su hermana, te pidieron ayuda. ¡Oh Dios, Dios mío, escúchame a mí, que soy viuda! Tú hiciste que sucediera lo que entonces sucedió, y lo que ha sucedido antes y después; tú has planeado lo que sucede ahora y lo que vendrá después, y lo que has planeado se realiza. Las cosas que tú planeas se presentan ante ti, y dicen: “¡Aquí estamos!” Tú tienes preparado todo lo que vas a hacer, y todo lo que decides lo conoces con anterioridad.

»Mira cómo se han reunido los asirios con todo su poder, orgullosos de sus caballos y jinetes, jactándose de la fuerza de su infantería, confiados en sus escudos, sus flechas, sus arcos y sus hondas. No reconocen que tú, Señor, eres quien pone fin a la guerra; tu nombre es “el Señor”. ¡Desbarata su fuerza con tu poder, y destruye su poderío con tu ira! Sus planes son profanar tu santuario, manchar el lugar en que reside tu glorioso nombre, derribar tu altar con sus armas. Mira su orgullo, descarga sobre ellos tu ira, y dame a mí, que soy viuda, la fuerza para realizar mi plan.

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'Judit 9:1-9' not found for the version: Reina-Valera 1960.
'Judit 9:1-9' not found for the version: Nueva Versión Internacional.

La oración de Judit

Ese mismo día por la tarde, Judit se arrodilló, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente y se echó ceniza en la cabeza. Luego se quitó el manto y dejó a la vista la ropa áspera que llevaba puesta. Era la hora en que se quemaba incienso en el templo de Jerusalén, y en ese preciso momento Judit oró a Dios así:

«¡Dios mío!
¡Dios de mi antepasado Simeón!
Tú dejaste que él tomara venganza
de los extranjeros que violaron a Dina.
Ellos no obedecieron tu ley,
sino que la ofendieron
al desnudarla para violarla.

»Ellos forzaron a Dina y la violaron;
por esa maldad encontraron la muerte
allí donde la deshonraron.
Luego tú, mi Dios, hiciste que mataran
a los jefes de esos extranjeros.

»Tú destruiste a esa gente
junto con sus esclavos;
¡los poderosos murieron sobre sus tronos!
Tú escuchaste la oración
de los hermanos de Dina;
tú respondiste al horror que sintieron
cuando vieron violada a su hermana.
Tú les permitiste que se robaran
a las mujeres de esos malvados.
Hiciste que las hijas de esos extranjeros
fueran hechas prisioneras.
Tú les entregaste a los hermanos de Dina
las pertenencias de esos malvados.

»¡Dios mío, escucha mi oración!
¡Es la oración de una viuda!
Tú eres el dueño del pasado,
del presente y del futuro.
Tú decides todo lo que pasa.
¡Nada sucede sin tu permiso!
Sólo tienes que pensarlo,
y ya se convierte en realidad.
Todo lo tienes planeado,
y tus decisiones son bien pensadas.

»¡Dios mío,
mira qué poderosos se creen esos asirios!
Están muy confiados en su caballería,
y presumen del valor de sus soldados.
Confían en que sus armas
bastarán para vencernos.

¡No reconocen que eres tú
quien gana todas las batallas!

»Tu nombre es Rey del universo;
¡usa tu poder y déjalos sin fuerza!
¡Enójate con ellos y acaba con su orgullo!
¡Ellos no respetan la belleza de tu casa!
Quieren destruir tu templo;
quieren destruir tu altar.
¡Mira qué orgullosos son!
¡Manda tu castigo sobre ellos!

»Yo no soy más que una viuda;
¡dame fuerzas para llevar a cabo mi plan!

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