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Judit va al campamento de Holofernes

10 En cuanto Judit terminó de orar en voz alta al Dios de Israel y de decir todas estas palabras, se puso de pie, llamó a su criada y bajó al piso inferior de su casa, donde acostumbraba pasar los sábados y las fiestas. Se quitó las ropas ásperas que llevaba puestas y los vestidos de viuda, se bañó, se untó perfumes, se peinó y se puso una diadema, y se vistió con ropa de fiesta, como lo hacía cuando vivía su esposo Manasés. Luego se puso sandalias, brazaletes, collares, anillos, aretes y, en fin, todas sus joyas; se arregló lo mejor que pudo, como para llamar la atención de cualquier hombre que la viera. Le dio a su criada una garrafa de vino y una botella de aceite, llenó un costal con harina de cebada, tortas de higos y pan puro, lo empaquetó todo en el costal, y se lo entregó a su criada para que lo llevara.

Salieron hacia la puerta de Betulia y encontraron allí a Ozías y a los ancianos de la ciudad, Cabris y Carmis. Al verla, tan transformada en su aspecto y vestida de manera tan diferente, se quedaron sumamente admirados de su belleza, y le dijeron:

—El Dios de nuestros antepasados haga que seas bien recibida y te ayude a realizar tus planes, para orgullo de los israelitas y gloria de Jerusalén.

Ella se inclinó para adorar a Dios, y les dijo:

—Manden que me abran la puerta de la ciudad, y yo iré a hacer lo que ustedes han dicho.

Ellos ordenaron a los guardias que le abrieran la puerta, como había pedido. 10 Así lo hicieron, y Judit salió acompañada de su criada. Los hombres de la ciudad la vieron bajar el monte y atravesar el valle, y luego la perdieron de vista.

11 Ellas fueron derecho a través del valle, hasta que se encontraron con un puesto de avanzada de los asirios. 12 Los soldados detuvieron a Judit y le preguntaron:

—¿De qué nación eres? ¿De dónde vienes, y a dónde vas?

—Soy hebrea —respondió ella—, pero estoy huyendo de los de mi nación, porque pronto caerán en poder de ustedes y serán destruidos. 13 Quiero ver a Holofernes, el comandante del ejército de ustedes, para darle informes seguros. Quiero indicarle por dónde puede penetrar y apoderarse de toda la región montañosa sin perder un solo soldado.

14 Al oír los soldados su respuesta y fijarse en su aspecto, se quedaron maravillados de su belleza. Entonces le dijeron:

15 —Te has salvado al darte prisa en venir a ver a nuestro comandante. Acércate hasta su tienda de campaña; algunos de nosotros te escoltaremos hasta dejarte con él. 16 Cuando estés en su presencia, no te asustes; dale la información que traes, y él te tratará bien.

17 Entonces escogieron a cien hombres para que acompañaran a Judit y a su criada y las llevaran hasta la tienda de Holofernes.

18 Apenas la noticia de su llegada se extendió por el campamento, los soldados corrieron de todas partes a reunirse alrededor de ella, que, frente a la tienda de Holofernes, esperaba que le anunciaran a éste su llegada. 19 Maravillados de la belleza de Judit, pensaban que los israelitas debían de ser gente admirable, y se decían unos a otros: «¿Quién va a menospreciar a un pueblo que tiene mujeres así? No hay que dejar con vida ni a uno solo de sus hombres, pues los que queden son capaces de dominar con engaños a todo el mundo.»

20 La guardia privada de Holofernes y los demás oficiales a su servicio salieron e hicieron entrar a Judit en la tienda. 21 Holofernes estaba recostado en su cama, debajo de un pabellón de púrpura bordado en oro y adornado con esmeraldas y piedras preciosas. 22 Cuando le dijeron que ella estaba allí, salió a la entrada de la tienda. Delante de él llevaban lámparas de plata. 23 Cuando Judit se presentó delante de él y de sus oficiales de servicio, todos se quedaron maravillados de su belleza. Ella se inclinó ante él en señal de reverencia, pero los criados la levantaron.

Entrevista de Judit con Holofernes

11 Holofernes le dijo:

—¡Ten confianza, mujer, no tengas miedo! Yo no he hecho mal a ninguna persona que haya querido servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra. Si tu pueblo, que vive en la montaña, no me hubiera despreciado, yo no habría levantado mi lanza contra ellos. Pero ellos mismos se han buscado esto. Y ahora, dime: ¿por qué huiste de ellos y te pasaste a nosotros? Por supuesto, al venir te has salvado. Ten confianza, que a partir de esta noche has salvado tu vida. Nadie te hará ningún daño; se te tratará bien, como se trata a los que sirven a mi señor, el rey Nabucodonosor.

Judit le respondió:

—Escuche Su Excelencia lo que le voy a decir; deje que esta esclava suya hable a Su Excelencia, pues no diré esta noche nada que sea falso. Si Su Excelencia sigue mis consejos, Dios hará algo grande por su medio, y Su Excelencia no fracasará en sus planes. ¡Por la vida y por el poder de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, que envió a Su Excelencia a poner orden en todos los seres vivientes: gracias a Su Excelencia, no sólo los hombres están al servicio del rey, sino que por la fuerza de Su Excelencia hasta las fieras salvajes, el ganado y las aves vivirán para Nabucodonosor y para todos sus descendientes! Hemos oído hablar de la sabiduría de Su Excelencia y de su aguda inteligencia. En toda la tierra se sabe que Su Excelencia es el mejor hombre de todo el imperio, y que es grande su inteligencia y admirable su habilidad en el arte de la guerra. Nosotros nos hemos enterado de lo que dijo Aquior en la reunión del consejo, pues los hombres de Betulia lo rescataron, y él les contó todo lo que había dicho delante de Su Excelencia. 10 Haga caso Su Excelencia a lo que él ha dicho; téngalo muy presente, pues es cierto. Nuestro pueblo no puede ser castigado ni vencido por las armas, si no ha pecado contra su Dios. 11 Ahora bien, Su Excelencia no debe fracasar ni fallar. Ellos están condenados a morir porque han caído bajo el poder del pecado, pues hacen enojar a su Dios cada vez que cometen un acto indebido. 12 Como se han quedado sin alimentos y el agua se les ha hecho muy escasa, han pensado echar mano del ganado, y hasta han resuelto comer de todo aquello que Dios en sus leyes les ha prohibido que coman. 13 También han resuelto comerse los primeros frutos de la cosecha de trigo y usar el diezmo del vino y el aceite que ya habían apartado y reservado como cosa sagrada para los sacerdotes que ofician en Jerusalén ante nuestro Dios, cosas que ninguna otra persona del pueblo puede siquiera tocar con las manos. 14 Han enviado una delegación a Jerusalén a pedir permiso a los ancianos, pues la gente de allá también ha hecho esto. 15 Tan pronto como les llegue la respuesta y comiencen a hacerlo, ese mismo día Dios los entregará en manos de Su Excelencia para que los extermine. 16 Por eso, apenas supe todo esto, huí de ellos. Dios me ha enviado a realizar con Su Excelencia algo que va a llenar de asombro a todos los que lo sepan en el mundo entero. 17 Yo, esclava de Su Excelencia, soy una mujer piadosa que sirve al Dios del cielo día y noche. Yo me quedaré con Su Excelencia; todas las noches saldré al valle a orar a Dios, y él me dirá cuando los israelitas hayan cometido su pecado. 18 Entonces vendré y daré aviso a Su Excelencia, que entonces podrá salir con todo su ejército; ninguno de ellos podrá oponerle resistencia. 19 Luego guiaré a Su Excelencia a través de Judea hasta Jerusalén, y colocaré el trono de Su Excelencia en medio de la ciudad. Podrá llevarse a sus habitantes como a ovejas sin pastor, y no habrá ni un perro que le gruña. Yo he averiguado esto con anticipación, y Dios me lo ha comunicado y me ha enviado a comunicárselo a Su Excelencia.

20 Las palabras de Judit agradaron a Holofernes y a sus oficiales de servicio, que admiraron su sabiduría y dijeron:

21 —No hay en todo el mundo mujer que se le pueda comparar en belleza ni en inteligencia.

22 Y Holofernes le dijo:

—¡Qué bien ha hecho Dios enviándote por delante de tu nación para traernos a nosotros la victoria, y la muerte a los que han despreciado a mi señor! 23 Eres muy hermosa y hablas muy bien. Si cumples lo que has dicho, tu Dios será mi Dios, vivirás en el palacio del rey Nabucodonosor, y serás famosa en toda la tierra.

Judit se queda en el campamento

12 Holofernes ordenó que la llevaran a donde tenía su vajilla de plata, y que le sirvieran una cena de sus propios manjares y de su vino. Pero Judit dijo:

—No comeré de esa comida, para no faltar a nuestras leyes. Yo he traído mis propias provisiones.

Holofernes le respondió:

—Pero si se te acaban tus provisiones, ¿de dónde vamos a darte alimentos iguales? No hay aquí, entre nosotros, ninguna otra persona de tu nación.

—¡Por vida de Su Excelencia —contestó Judit—, no se acabarán mis provisiones antes que el Señor haya realizado por mi medio lo que tiene decidido!

Los servidores de Holofernes la llevaron a la tienda, y ella durmió hasta la media noche. Hacia la madrugada se levantó, y mandó este recado a Holofernes: «Ordene Su Excelencia que me permitan salir a orar.» Holofernes ordenó a los soldados de su guardia personal que la dejaran salir.

Así permaneció Judit en el campamento durante tres días. Por la noche salía al valle de Betulia y se bañaba en el manantial que había junto al puesto de avanzada. Al regresar pedía al Señor, Dios de Israel, que le facilitara la manera de sacar de apuros a su pueblo. Depués de haberse purificado, volvía a la tienda y se quedaba en ella hasta que le traían su comida, hacia el atardecer.

Judit es invitada al banquete de Holofernes

10 Al cuarto día, Holofernes dio un banquete a sus servidores, sin invitar a los otros oficiales, 11 y dijo a Bagoas, su hombre de confianza que estaba al frente de todas sus cosas:

—Ve y convence a la hebrea que está bajo tu cuidado de que venga a comer y beber con nosotros. 12 Sería una vergüenza para mí no disfrutar de la compañía de una mujer como ella. Si no la conquisto, se burlará de mí.

13 Bagoas se retiró, fue a ver a Judit y le dijo:

—No te niegues, encantadora jovencita, y acepta el honor de hacerle compañía a mi señor. Ven a beber vino alegremente con nosotros, y sé hoy como las mujeres asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor.

14 Judit respondió:

—¿Y quién soy yo para negarle algo a Su Excelencia? Con todo gusto haré lo que a él le parezca. Ésta será para mí la mayor satisfacción de toda mi vida.

15 Y se levantó y se puso un vestido elegante y todos sus adornos femeninos. Su criada se adelantó y, delante de Holofernes, extendió para Judit, en el suelo, las pieles de oveja que Bagoas le había dado para que ella las usara todos los días, tomando sus comidas recostada sobre ellas. 16 Apenas entró Judit y se sentó, Holofernes sintió una terrible pasión por ella y un grandísimo deseo de gozarla; desde el primer día que la vio estaba esperando el momento de seducirla. 17 Holofernes le dijo:

—¡Bebe y diviértete con nosotros!

18 —Con todo gusto, Excelencia —respondió Judit—; éste es el día más grande de toda mi vida.

19 En seguida empezó a comer y beber delante de él lo que su criada le había preparado. 20 Holofernes estaba tan contento de verla que bebió demasiado vino, más del que nunca en toda su vida había bebido en un solo día.

La hazaña de Judit

13 Cuando se hizo tarde, los servidores de Holofernes se retiraron rápidamente. Bagoas cerró la tienda desde fuera, e hizo salir de la presencia de su señor a los que estaban allí. Todos se fueron a dormir, pues estaban cansados, porque el banquete había durado mucho tiempo. Judit quedó sola en la tienda, y Holofernes, completamente borracho, estaba tirado en la cama. Judit había dicho a su criada que se quedara fuera de la tienda en que ella estaba, y que esperara allí hasta que ella saliera como todos los días, pues había dicho que saldría a hacer su oración. A Bagoas le había dicho lo mismo. Todos se habían retirado, y absolutamente nadie se había quedado en la tienda. Entonces Judit se puso de pie junto a la cama de Holofernes, y dijo interiormente: «Señor, Dios de todo poder, mira favorablemente lo que voy a hacer en este momento para gloria de Jerusalén. Éste es el momento de ayudar a tu pueblo y de realizar mis planes para perdición de los enemigos que se han levantado contra nosotros.» Se dirigió entonces al soporte de la cama, que estaba a la cabecera de Holofernes, descolgó la espada que él allí tenía y, acercándose a la cama, le agarró la cabeza por el pelo y dijo: «¡Dame fuerzas, Señor, Dios de Israel, en este momento!» Descargó entonces dos fuertes golpes en el cuello de Holofernes, y le cortó la cabeza. Hizo rodar de la cama el cuerpo y desprendió de sus soportes el pabellón. En seguida salió y entregó a su criada la cabeza de Holofernes, 10 y ella la metió en el costal de las provisiones de Judit. Luego salieron las dos a orar, como acostumbraban hacerlo. Atravesaron el campamento, rodearon el valle, y subieron al monte de Betulia hasta llegar a las puertas de la ciudad.

Regreso de Judit a Betulia

11 Desde lejos, Judit gritó a los guardias que estaban en las puertas:

—¡Abran, abran la puerta! ¡Dios, nuestro Dios, está con nosotros, mostrando aún en Israel su fuerza y su poder contra los enemigos! ¡Así lo ha hecho hoy!

12 Cuando los hombres de la ciudad la oyeron gritar, bajaron a toda prisa a la puerta de la ciudad y llamaron a los ancianos. 13 Todo el mundo sin excepción vino corriendo, pues apenas podían creer que Judit hubiera regresado. Abrieron la puerta, las hicieron pasar y, encendiendo fuego para poder ver, se amontonaron alrededor de ellas. 14 Judit, entonces, les dijo en voz alta:

—¡Alaben a Dios, alábenlo! ¡Alaben a Dios, que no ha negado su misericordia al pueblo de Israel, sino que por mi mano esta noche ha aplastado a sus enemigos!

15 Y sacando del costal la cabeza, se la mostró y les dijo:

—¡Miren la cabeza de Holofernes, el comandante en jefe del ejército asirio! ¡Y aquí está el pabellón debajo del cual se acostaba en sus borracheras! ¡El Señor le dio un golpe mortal por mano de una mujer! 16 ¡Y juro por la vida del Señor que él me protegió en todo lo que hice! Mi belleza fue una trampa que le causó la perdición, pero él no cometió conmigo ningún pecado que me hubiera traído mancha o deshonra.

17 Todo el pueblo se quedó muy maravillado, e inclinándose para adorar a Dios, dijeron a una voz:

—¡Alabado seas, Dios nuestro, que humillaste en este día a los enemigos de tu pueblo!

18 Y Ozías dijo a Judit:

—¡Hija, que el Dios altísimo te bendiga más que a todas las mujeres de la tierra! ¡Alabado sea Dios, el Señor, que creó el cielo y la tierra y te guió para que cortaras la cabeza al jefe de nuestros enemigos! 19 La confianza que tú has mostrado nunca se apartará del corazón de los hombres, que siempre recordarán el poder de Dios. 20 Dios permita que esto sea para gloria eterna tuya y te colme de bienes, porque con su ayuda expusiste tu vida para salvar a nuestro pueblo de la opresión y librarnos de la catástrofe, llevando a buen término tus planes.

Y todo el pueblo añadió:

—¡Así sea! ¡Así sea!