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Después de esto, los habitantes de Siquén y de Milo se reunieron cerca de la llanura del pilar de Siquén, y eligieron a Abimelec como su rey, y cuando Yotán lo supo, subió a la cumbre del monte Guerizín, y a grito abierto les dijo:

«Varones de Siquén, escuchen lo que voy a decirles, y pongo a Dios como testigo. Cierta vez, los árboles quisieron elegir un rey que los gobernara, y le dijeron al olivo: “Queremos que seas nuestro rey.”

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