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Los crímenes de Jerusalén eran mayores
    que el pecado de Sodoma.
Sodoma fue destruida en un segundo,
    aunque nunca fue atacada.

Los nazareos de Jerusalén eran más puros que la nieve,
    más blancos que la leche.
Su cuerpo era fuerte como el roble,
    y su cabello era hermoso como el zafiro.

Ahora se han vuelto más negros que el carbón.
    Nadie los reconoce en las calles.
La piel se les ha pegado a los huesos
    y está tan seca como la madera.

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